Las banderas a media asta simbolizan luto y pesar por la muerte de alguien. Es una señal de reconocimiento y solidaridad. Mi bandera lleva a media asta mucho tiempo.

Mi bandera permanece a media asta por todas aquellas personas víctimas de las guerras, casi siempre injustas; por los miles de seres humanos que mueren como consecuencia de las armas, que a algunos tantos beneficios le producen.

Tengo mi bandera a media asta por las víctimas del hambre, de la opresión, de la tortura, de la indignidad, producidas por un sistema socio-económico que produce tanta desigualdad.

Tengo mi bandera a media asta por todas las mujeres víctimas de la violencia machista, sostenida desde una educación que fomenta la supremacía de los varones.

Tengo mi bandera a media asta por las víctimas de la xenofobia y el racismo, alimentada desde la ignorancia y el desconocimiento de la diversidad.

Tengo mi bandera a media asta por las víctimas de los fundamentalismos, propiciados en nombre del nacionalismo o la religión.

Tengo mi bandera a media asta por el dolor que me produce el sufrimiento humano, la tengo a diario, también en nombre de Jesús, que sufrió, por amor a los demás, persecución, tortura y del poder dominante de su tiempo hasta causarle la muerte.

No necesito que nadie me obligue a tener mi bandera a media asta en nombre de Jesús durante unos pocos días, yo la tengo a diario, mientras dure la injusticia, mientras haya una sola víctima inocente de la negligencia, de la corrupción o de la violencia.

Mi bandera seguirá a media asta más allá de unos pocos días, sin perder la esperanza de que algún día se ice por completo.