¿José, para ti el toreo es un ejercicio espiritual o físico? Preguntaba el gran Juan Belmonte, a su gran rival y amigo Joselito El Gallo, en aquel tren de los años veinte que probablemente los llevaría a alguna de esas ciudades en las que compartieron cartel.

Y es que para Juan Belmonte, el torero que introdujo el toreo moderno, que cambió el: “Te pones aquí y te quitas tu o te quita el toro” por el “te pones aquí y no me quito yo, y ni me quita el toro, si sabes torear”. Un muchacho endeble y con pocas facultadas físicas, que entendía como muy importante la espiritualidad, el alma y el sentimiento para poder interpretar el toreo y la vida desde el presente.

Hoy mientras volvía de tentar (prueba ganadera que consiste torear hembras en el campo, donde el ganadero les pone nota, y a nosotros los toreros, nos sirve para prepararnos antes de torear una corrida de toros) de casa del ganadero navarro D. José Arriazu, me he acordado de esta conversación que mantuvieron ambos genios del toreo.

Está claro que en el toreo -como en la vida-, tanto lo físico, lo mental y lo espiritual tienen su importancia, pero para vivir y ser capaces de tener sensaciones de presente es necesario tener espiritualidad en nuestro interior.

Hoy ha sido uno de esos días, en los que la cabeza me ha funcionado delante de las vacas y que técnicamente me he acoplado a ellas desarrollando buenas faenas, pero sin llegar a la sensación de vacío que produce en un torero una faena de cuajo, como lo pudiera hacer un pintor cuando acaba un gran cuadro, o un poeta después de plasmar sus versos.

Lo cual me ha hecho llegar a la gran reflexión; son las sensaciones de nuestro interior, y no los pensamientos del exterior, las que nos llevan más cerca de la verdad de quien somos y como sentimos.

Es de ahí, donde los seres humanos somos capaces de crear, vaciarnos y expresarnos en función de quiénes somos y no desde los pensamientos que condicionan nuestras emociones: problemas del pasado, situaciones similares del pasado o la incertidumbre del futuro.

Es desde lo más profundo de la espiritualidad de esas sensaciones de presente, no infundidas por pensamientos de futuro y/o pasado donde somos capaces se sentir lo que somos.

Belmonte, desde su espiritualidad, viviendo el presente, cambió el toreo y nos dio las pautas para vivir y sentir una vida plena, de una forma espiritual desde nuestro interior y no desde los pensamientos del exterior en nuestro día a día.