Estamos en plena era de la información pero ojo no llegue una conversación del tiempo que nos absorbe. No iba a ser yo menos con la ola de calor que hemos sufrido: quizá escribo esto mientras me sudan los muslos.

Es flipante, por cierto, que algunas comunidades de vecinos no permitan la instalación de aires acondicionados en las casas. Por la belleza de la finca. No me jodas, que alguna solución tiene que haber. Sino, ¡abajo la estética!

Lo pasé mal este último fin de semana con la calorina. Algo que compartí en el trabajo. Fue impresionante: juro que no corría una gota de aire en Madrid. Bueno, pues llegaron las voces del Apocalipsis.

Una juraba haber poco menos que tenido que atrancar la ventana del salón para que no se la llevara el aire. Esfuerzos titánicos contra el vendaval helador. Otro afirmaba haber dormido, no muy tapado, pero sí “con la sabanita”. Yo le hacía la prueba del Carbono 14 a esa sábana en lugar de a la de Jesucristo.

Que sí, que no nos han educado para sufrir y mucho menos para reconocerlo. ¡Pero hombre, 40 grados a la sombra en toda España y me tocan a mí los dos hijos de Siberia! Hay que asumir la pena colectiva, unirse y hacerse fuerte, aunque sea para decir que preferiste no salir hasta la noche y que te tragaste una película de Antena 3.

Hace un calor insufrible y otro día será peor: entonces no te acordarás del tiempo. En mis peores recuerdos nunca fijo el clima, solo la luz y algún olor. Si no escribiera que ha hecho tanto calor, quizá hubiera enloquecido.