Leo en HOY ARAGÓN que la Justicia, una vez más, ha tenido que poner coto a otro desmán del Ayuntamiento de Zaragoza protagonizado por el propio alcalde Santisteve. En este caso a la pretensión de ceder un espacio público para un acto de apoyo al referéndum ilegal.

Sobre el asunto catalán, en agosto ya les conté el cuento «Érase una vez…«. Los más recientes acontecimientos al respecto no me sugieren nada más que añadir, salvo que a nadie puede sorprender que una manada en estampida no tenga modales ni respete las reglas; y que puestos a pasar a la historia como pirómanos prefieran hacerlo provocando un gran incendio que con una simple hoguera de San Juan.

Este domingo está prevista en Zaragoza una asamblea convocada por Podemos y sus comunes, y a la que parece que se acabarán sumando algunos otros portadores de fobias compartidas.

Afortunadamente, la mayoría política en la Diputación Provincial de Zaragoza ha podido impedir que este acto tenga lugar en un espacio de la propia DPZ. En cualquier caso, conviene prepararse para saber interpretar lo que nos cuenten tan ilustres visitantes dando un repaso a la retórica que suele caracterizar sus declaraciones públicas.

«Puestos a pasar a la historia como pirómanos prefieran hacerlo provocando un gran incendio que con una simple hoguera de San Juan»

Un primer rasgo suele ser el llamar a una misma cosa de manera diferente según en qué lugar se esté o ante quién se hable. Por ejemplo, la definición del evento del próximo domingo es extremadamente rica y variada: asamblea a favor del referéndum pactado, asamblea de cargos electos, asamblea de parlamentarios y alcaldes por el derecho a decidir y por la garantía de las libertades civiles… Si fueran sinceros deberían llamarla asamblea de arrimadores de ascuas a sus sardinas o asamblea de infiltrados en el sistema para cargarse el sistema.

Un segundo rasgo suele ser el daltonismo dialéctico. Así, al número dos de Junqueras detenido por la comisión de un delito manifiesto -y posteriormente puesto en libertad con cargos- lo llaman preso político; y a Leopoldo López y otros presos políticos en Venezuela les niegan tal condición para no molestar al régimen de Maduro al que son tan afines.

Pero el rasgo más antidemocrático de su retórica es el que sitúa el valor de las leyes y el respeto al ordenamiento jurídico en un punto de conveniencia propia que resulta irritante para cualquier inteligencia no sectaria.

Así el derecho a decidir de unos no existe para otros, se declaran defensores de supuestos derechos civiles de unos cercenando verdaderos derechos civiles de otros, las resoluciones judiciales que no les satisfacen las llaman politización de la justicia; o abusan de la movilización ciudadana como mecanismo de presión para intentar imponer lo que legislativamente no tienen capacidad de lograr, dada su falta de apoyo suficiente de esa ciudadanía que cuando votó les dio solamente el apoyo que les dio.

Pero de todos los rasgos que los distinguen, el más indignante es el del nivel de uso partidista de las instituciones y cargos públicos que ocupan. En ese terreno, aun siendo Colau la auténtica experta, Santisteve no le va a la zaga en poner indignamente el nombre de Zaragoza al servicio de las iniciativas y causas que bien le vienen o particularmente le gustan.

«Poner indignamente el nombre de Zaragoza al servicio de las iniciativas y causas que bien le vienen o particularmente le gustan»

En este último caso ha querido ceder un espacio público municipal a una causa ilegal y que en ningún caso representa interés alguno para el conjunto de los zaragozanos. Todo lo contrario, está haciendo dejación de sus obligaciones institucionales para ponerse al servicio de la que considera causa política afín.

Y estos son los que se arrogaban la capacidad para depurar el pestilente escenario político español, los que iban a diferenciarse de la casta, los que se apropiaron -y ya era un aviso- de los nombres de nuestras ciudades denominándose Barcelona en Comú o Zaragoza en Común…

No sé lo que saldrá de la asamblea del domingo, seguramente nada bueno. Lo que sí sé es que los organizadores no tomarán la decisión de rebautizarse con el nombre que mejor los definiría: Cinismo en Común.