Esta frase, atribuida a Julio César, no se sigue por nuestros políticos actuales. El último ha sido Echenique que, siguiendo el ejemplo de los políticos de la “casta”, ha dejado Aragón. Si bien, todo hay que decirlo, su marcha ha sido para alivio de muchos aunque «otros vendrán que bueno te harán», y se ha ido a Madrid.

Echenique ha dejado su cargo de diputado en las Cortes de Aragón por la Secretaría de Organización de su partido. Pero antes que él ha habido muchos que, desde todo el espectro político y dejando sus cargos en Aragón, se han ido a Madrid.

Por todos, y para no aburrir, citaré a Luisa Fernanda Rudi, que dejó de ser alcaldesa de Zaragoza por ser presidenta del Congreso y, recientemente ha pasado de las Cortes de Aragón a senadora autonómica.

«Su nombre sonó como ministra, pero su hoja de servicios como presidenta de la DGA no debió de convencer mucho»

Su nombre sonó como ministra, pero su hoja de servicios como presidenta de la DGA no debió de convencer mucho en su partido en Madrid. A ver si convence en la Conferencia Episcopal y la convierten en la primera mujer cardenala primada de la democracia, título que le falta.

Es otro ejemplo del amor por esta tierra de segunda y el deslumbramiento ante Madrid y cualquier carguito.

Rudi, por lo menos, cogió cargos importantes pero Echenique se ha ido al Partido, eso sí, a Madrid, después de proclamar su soberanismo aragonés, cuestión que le habrá costado siendo, de nacimiento, argentino.

En definitiva creo que no basta nacer en una comunidad para “sentir los colores”, lo importante es “querer ser” de esa comunidad, la voluntad. De hecho ha habido presidentes no nacidos en Aragón que siempre se han sentido aragoneses y viceversa. Es difícil ser de aquí, esta es una tierra dura que no acompaña. Además, su capital, Zaragoza, juega en otra liga.

«Echenique se ha ido al Partido, eso sí, a Madrid, después de proclamar su soberanismo aragonés»

Se ha distanciado tanto del resto de Aragón que ya sólo le une el sentimiento de pertenencia a la misma Comunidad, pero la realidad es muy diferente. Zaragoza es una ciudad equiparable a cualquier ciudad europea y el resto de Aragón no.

Tierra despoblada, dura y pobre pero con un pasado rico, con una historia profunda, y un futuro prometedor. Y ese futuro será mejor si nuestros políticos desempeñan su trabajo en Aragón. Si se van por cualquier cosa, ¿con qué cara dirán que luchan por esta tierra? ¿No lo hacen más bien por su carrera personal?