La libertad es el mayor don del ser humano y cuando atentas contra ella atentas contra uno de los valores fundamentales de la sociedad.

Más abrumador se convierte el atentado cuando quien lo produce es un político que enarbola la bandera del pacifismo, de la convivencia, de la ayuda social, de la política se hace desde el pueblo y para el pueblo.

Es dantesco, irracional, incluso me atrevería a decir que enaltecimiento del odio hacia el pensar, sentir o gustar ajeno cargar contra la tauromaquia por parte de ciertos políticos en ciertos partidos para en horas bajas tener voz y voto en la sociedad, como en el día de hoy lo ha hecho el Sr. Carlos Gamarra.

Es a día de hoy «políticamente correcto» ir minando paulatinamente la afición a la tauromaquia en Aragón, copiando a la destruida vecina Cataluña, esta vez con la proposición de prohibición de acceso a espectáculos taurinos a menores mientras su colega, el alcalde de Zaragoza, promueve con dinero y estamentos públicos panfletos educativos para aprender a «drogarse correctamente».

«Es dantesco, irracional, incluso me atrevería a decir que enaltecimiento del odio hacia el pensar, sentir o gustar ajeno cargar contra la tauromaquia»

¡Alucinante! ¡Drogas sí, toros no!

Apuestan antes por que los jóvenes se destruyan como individuos tras las drogas a aprender de la democracia cultural y valores instaurados en la fiesta de los toros, amparándose en la falsa falacia animalista.

Y en la urticaria que les produce pensar en la tauromaquia como símbolo casposo y franquista del pasado (les recomiendo leer ‘República y Toros’, de Fernando Claramunt).

Me sorprende que generen un problema de donde no lo hay, donde solo ellos lo ven. Que vayan a cualquier localidad aragonesa y vean la aceptación que tienen entre los menores las vaquillas, sin producirles problema alguno o como acuden a una corrida de toros admirando a sus ídolos.

«Mientras su colega, el alcalde de Zaragoza, promueve con dinero público panfletos educativos para aprender a drogarse correctamente»

Me sorprende que vean en la tauromaquia «una actividad que atenta contra los animales» y vean normal incluso aplaudan (o miren para otro lado) que un tipo con veinte años, vecino mío de Zaragoza, me amenace con atropellarme y dejarme en silla de ruedas atentando contra la vida de un ser humano.

“La libertad, amigo Sancho, es uno de los mayores dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no puede igualarse los tesoros que encierran la tierra y el mar: por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida”.