Hemos estado riéndonos de tópicos que desde pequeños nos hemos creído. Hemos estado cruzando los dedos y rezando a la Virgen del Pilar, para que la Gran Madre Empresa no cierre las puertas en nuestro territorio.

Por mucho que se nos diga que somos tierra de paso y siempre queda algo, vemos pasar las oportunidades, como en la película ‘Bienvenido Mister Marshall’, sin darnos cuenta.

Y aunque nos digan que las que vienen son grandes oportunidades, las vivimos con miedo, porque no nos hemos creído que opten por nosotros o creemos que será pan para hoy y hambre para mañana.

Creemos que estando a sólo 75 minutos de distancia entre 2 grandes urbes, sus aromas nos llegarán antes que a cualquier otra ciudad.

Si que nos llegan, pero cuando ellas van, nosotros ni siquiera hemos empezado.


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Nos hemos subido a modas que nos decían que impulsarían nuestra marca. Hemos creído que nos convertiríamos en el nuevo Silicon Valley.

Pero a día de hoy, esas ideas «innovadoras» que nos iban a colocar en el mapa mundial tienen las aulas casi vacías, inspiradas por «amiguetes de amiguetes» y bajo el control del «erario público».

Nos dijeron que trayendo a grandes cantantes, nuestra ciudad se llenaría de turismo. De turismo sí, eventual, no constante. Yéndose con la música a otra parte.

«Esas ideas innovadoras que nos iban a colocar en el mapa mundial tienen las aulas vacías, inspiradas por amiguetes de amiguetes y bajo el erario público»

Acudimos a formaciones de gente venida de fuera, por la que perdemos el día de trabajo y mucho dinero de nuestro bolsillo, sólo porque nos cegamos por las luces de neón que trae consigo. Creemos más en los de afuera que en nosotros mismos.

¿Y qué acaba ocurriendo? Que sin dinero nos hemos quedado y teniendo la sensación de que hemos visto «más de lo mismo». Mientras tanto nuestro «talento» tiene que marcharse porque en su ciudad no lo quieren.

Enarbolamos la rasmia, como marca inherente a nosotros. Se nos llena la boca diciendo que tenemos «empuje y tesón para acometer y continuar los retos» que se nos pongan por delante.

Pero que esos retos no nos muevan de nuestro estilo de vida y no nos podamos sentir señalados por los demás, porque estamos mejor en el cobijo de la sociedad y lo considerado «normal».

Se nos abren todos los poros de la piel, cuando conseguimos una «placa» de manos del Consejero de turno, diciendo que nuestra empresa es de lo más ‘in’, que ayudamos mucho a los demás y a nuestros trabajadores.

Pero cuando nos piden patrocinar un evento, lo primero que decimos es nuestra tarifa por delante o eso de conciliar, es para los locos, que en nuestra empresa, de puertas para adentro se siguen haciendo las cosas como yo mande, no como «eso moderno» diga.

«Se nos abren todos los poros de la piel cuando conseguimos una «placa» de manos del Consejero de turno diciendo que nuestra empresa es de lo más ‘in»

Somos seres de costumbres, que pensamos que «subiéndonos» a movimientos, estaremos consiguiendo resultados diferentes. Movimiento es trasladarse de un sitio a otro sin sufrir ninguna transformación interior, sin ningún cambio.

Es hora de un nuevo guión, es hora de la verdadera transformación.

Me encanta la gente que sabe que pasará dentro de cinco a diez años en el mercado laboral o en la sociedad. Cuando la crisis que estamos viviendo ni la olieron.

Pues voy a terminar haciendo de «pitoniso» David, proyectando qué pasará si no cambiamos de guión:

Seguiremos viendo las oportunidades pasar, seguiremos viviendo del pasado y de viejas glorias y pensando qué hubiera pasado si lo hubiéramos intentado.

¿Te apetece este futuro?

Pues ya sabes, es hora de un nuevo guión.

*David Asensio es consultor, escritor y conferenciante. CEO de Chocolate Rojo Consulting