El Gobierno de Lambán está haciendo una decidida apuesta por la implantación de la banda ancha para combatir la principal enfermedad de Aragón: La despoblación.

En el mes de mayo se espera tener terminado un proyecto que garantiza una cobertura de calidad en 350 localidades. Con una inversión que supera los 3,6 millones de euros. Y en el año 2019, Aragón podría ser la primera comunidad en tener el 100% de su población conectada a la banda ancha.


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Junto a ello, el gobierno de España -con Rajoy de heraldo en Teruel hace pocas semanas- anunció otro ambicioso plan para extender la banda ancha de calidad a todo el territorio.

Entre unos y otros, con su guerra electoral de quién invierte más, han decidido apostar por la banda ancha para fortalecer el ámbito rural.

Es más que evidente que nadie se instala en un pueblo sólo porque haya conexión a Internet, pero es un factor decisivo para que nadie decida marcharse.

«Entre unos y otros, con su guerra electoral de quién invierte más, han decidido apostar por la banda ancha»

Pero, ¿y después qué?

Porque parece que con la banda ancha todos nuestros males se evaporan.

Es cierto que el desarrollo tecnológico es importante, vital para empresas y autónomos. Pero no es más que una medida. El objetivo debería ser, con una perspectiva más amplia, incidir en la fiscalidad, en los servicios públicos, en las infraestructuras.

En definitiva, en volcar todas las políticas públicas en combatir la despoblación.

Porque Aragón, hoy y ahora, se muere. Y mañana se morirá un poco más.

«Aragón se muere, y mañana un poco más»

Sigamos incentivando exclusivamente la banda ancha. Sin completarla con una bajada de impuestos, con más colegios o guarderías rurales, con los demandados hospitales de Teruel y Alcañiz o con carreteras decentes en nuestras comarcas.

Porque al final, con una extraordinaria banda ancha en todo Aragón, y la medallita del político de turno, tan sólo servirá para enviar un correo electrónico (agónico) el día del juicio final de la población rural a la capital.