Salgo de mi casa y, justo en los escalones de acceso al portal, me encuentro dos vasos de cartón (de una conocidísima marca de cadena de comida rápida) medios llenos de café, dejados allí sin recato alguno, ni respeto a las más elementales normas de educación.

«Ya los recogerán los empleados de limpieza municipal» o «que se fastidien (con jota) los vecinos y los limpien ellos», seguramente pensaron los maleducados que los dejaron.

O, voy a ser bien pensado, igual no se dieron cuenta estos «pobres ignorantes de la urbanidad» y lo hicieron como algo natural en su comportamiento falto de civismo.


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Comienzo a andar por el bulevar central de uno de los paseos más emblemáticos de nuestra ciudad (antes lleno de frondosos árboles y alguna vegetación, ahora con mucho cemento, vías de tranvía, tierra y césped mal cuidado; sí, sí, el paseo de Fernando el Católico; aunque también reconozco que hay menos coches, algo es algo).

«Les invito a un paseo matinal, en especial un sábado o domingo, por algunos de las calles y jardines de Zaragoza»

Camino hacia el Parque Labordeta (el ‘Parque Grande’ como se conoce popularmente) y voy dando saltos, pero no de alegría sino para esquivar los rastros de procedencia desconocida, que forman ya parte de la decoración de las baldosas de este paseo (vamos, algo repulsivo).

Por fin llego al parque, y en algunas zonas es imposible sentarse a disfrutar de esos excelentes jardines de los que disponemos en esta, nuestra, ciudad. Y me encuentro basura por doquier en algunos lugares. Contenedores y papeleras a rebosar, y lo que es peor desperdicios en bancos y césped.

Estos son solo ejemplos de vivencias personales, pero les invito a un paseo matinal, en especial un sábado o domingo, por algunos de las calles y jardines de Zaragoza, comprobarán que aún me quedo corto en mis comentarios.

Pero no soy de los que mi crítica se centre exclusivamente en la responsabilidad de los regidores municipales de mantener la ciudad limpia. Mi crítica va dirigida sobre todo contra los incívicos que ensucian y maltratan lo que entre todos pagamos para mantener pulcro.

Sin embargo, las autoridades municipales correspondientes tienen parte de responsabilidad por no prestar la atención suficiente a la limpieza de determinados lugares de la ciudad y por no aplicar la normativa municipal, que existe, para penalizar a los infractores cuando sea el caso.

En estos tiempos parece que en nombre de la libertad todo vale.

«Contra los incívicos que ensucian y maltratan lo que entre todos pagamos»

Pues si todo vale y en nombre de la libertad de expresión a estas personas que no respetan los bienes comunes y ensucian parques y calles les llamo (presuntamente): descuidados, «adanes», e inmundos, (por decirlo suave para que nadie se ofenda).

Y a los responsables municipales correspondientes que no planifican y ejecutan la limpieza adecuada o no aplican los reglamentos en vigor les digo (también presuntamente): apáticos, desidiosos y abúlicos (por supuesto, con todo mi respeto).