¡Aquí estoy de nuevo! Y esta vez francamente dolido con el sin sentido de la raza humana, bueno, con parte de ella.

Hace pocos días, un joven, que probablemente no superaría los 18 años me escribió por Instagram, acongojado y dolido, pidiendo ayuda, porque en su localidad, Remolinos, vecina a la mía, varias personas -entre ellas bomberos o guardias civiles- se habían jugado la vida a consecuencia de las riadas que estamos sufriendo en Aragón estos últimos días.


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Ellos sólo querían salvar centenares de vacas de una granja que se sitúa muy cerca del río. Sin embargo, las mentes radicales animalistas los estaban acribillando a mentiras a través de la red por abandono y omisión de socorro a estos animales.

Y como aquí, en muchos otros lugares a lo largo de la ribera del Ebro.

«Las mentes radicales animalistas los estaban acribillando a mentiras a través de la red»

Señores, señoras, ¿hay que tratar correctamente a los animales? Por supuesto.

¿Hay que maltratarlos? En absoluto.

¿Hay que humanizarlos? No, no, y no.

Humanizar a un animal es perder el juicio y maltratarlo igualmente.

Dicho esto, y me da completamente igual generar polémica, pues a ella estoy acostumbrado por defender mis valores, estos señores no se han debido enterar que hay un régimen de prioridades cuando una desgracia natural o bélica pone en peligro la integridad física de los seres humanos.

Primero se evacuan ancianos, niños y personas de movilidad reducida, luego el resto de personas y animales, y así escalonadamente.

Y me vais a permitir ser ofensivamente sincero, pero anteponer la vida de un animal a la de cualquier ser humano, o el modus operandi que le da derecho a su vida propia, es adoctrinamiento animalista enfermizo. Punto.

«Anteponer la vida de un animal a la de cualquier ser humano es adoctrinamiento animalista enfermizo»

No hay derecho, a que muchos de estos individuos denuncien públicamente en redes sociales o con notas de prensa, desde la oficina de su partido o asociación en Zaragoza, que cientos de animales mueren por las riadas.

Que viertan mentiras sobre estos pobres granjeros o ganaderos que han perdido todo. Y lo pierden por desgracia asiduamente toda su forma de vida.

Y que no tengan los santos atributos (y lo digo así de claro) de ir a ayudarlos.

El ejemplo se da desde la acción, no con la palabra. Pues ésta, sin la acción no vale nada.