Las primeras imágenes que tenemos del templo por excelencia de la comunidad aragonesa, la Basílica del Pilar, son de hace casi 160 años. Casi nada.

La Basílica del Pilar, un referente religioso para la tradición católica, así como un punto de encuentro cultural de la capital aragonesa, tiene una historia de cientos de años. Y su historia está marcada por idas y venidas, por reconstrucciones, incendios e incluso intentos de bombardeo.

La Basílica del Pilar, en su permanente estado de construcción durante finales del S.XX / Gran Archivo Zaragoza Antigua

Es cierto que las primeras imagenes de la Basílica demuestran el poderío de un templo que emerge a orillas del río Ebro. Sin embargo, no siempre tuvo ese tamaño.


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LA TRANSFORMACIÓN DE ‘NUESTRO’ TEMPLO

La tradición católica afirma que hubo una capilla primitiva desde los inicios del cristianismo, respetada -incluso- durante la dominación musulmana. Tras la conquista de la ciudad de Zaragoza por Alfonso I ‘El Batallador‘ (en 1118), fue sustituida por un templo románico.

En 1434, un incendio dañó de tal manera al conjunto que se impuso la construcción de una nueva iglesia. Comienza entonces la construcción de un nuevo templo gótico-mudéjar que sustituye la iglesia románica.

El año 1515, siendo arzobispo de Zaragoza don Alonso de Aragón, se concluyó la construcción.

La iglesia gótica era de una cierta amplitud, y estaba constituida por la iglesia propiamente dicha, de una y amplia nave únicamente, y de un claustro pequeño y recargado donde estaba emplazada la Capilla del Pilar.

La Iglesia que continuó dedicada a la Asunción, pero que era llamada habitualmente de Santa María la Mayor.

La iglesia de Santa María ocupaba un espacio, indudablemente mucho más pequeño que el actual, y se situaba de una manera notablemente diferente con respecto al templo de ahora. Este templo se enriquecía con importantísimas piezas de carpintería mudéjar.

La devoción iba en aumento, el zaragozano Juan de Marca, antes de 1638, planteó la necesidad de una construcción más importante y que tuviera una adecuación con la intensidad de esa creciente devoción.

Las primeras imágenes de la Basílica del Pilar son de hace casi 160 años / Gran Archivo Zaragoza Antigua

La nueva construcción, ya de inicio monumental, basándose en las líneas del modelo lejano (o sea San Pedro de Roma) se construyó en el tono de la arquitectura barroca del momento, confiriendo robustez a los pilares y ornamentaciones de los mismos y, dada la monumentalidad de la construcción, una continuidad de bóvedas que debía resultar bastante pesada.

DE 1725 HASTA 1961

En el año 1725, el Cabildo de la ciudad decidió transformar el aspecto de la Iglesia. Y se lo encomendó a Ventura Rodríguez, uno de los arquitectos más demandados de la época, que terminó puliendo el templo actual que conocemos.

Cuarenta años después de la petición, en 1765, quedó terminada la obra de la Iglesia.

El puente de Piedra de Zaragoza, y detrás la Basílica del Pilar / Gran Archivo Zaragoza Antigua

Sin embargo, pese a ser definitiva la construcción de la Basílica, en términos generales como la unidad del templo y sus estructuras principales, la construcción templo se prolongarán por varios siglos.

En 1872 se concluyen las obras del cubrimiento completo con la terminación de la gran cúpula central y la primera torre, a las que seguirán las siguientes levantadas en 1907 y 1961, con lo que quedó rematada la totalidad de la inmensa fábrica.

Así, el 10 de octubre de 1872, el arzobispo de Santiago de Compostela, monseñor García Cuesta consagró el nuevo templo en una ceremonia solemne en la que participaron más de cien mil peregrinos. Sin embargo, el templo no se remató hasta 1961.