Esa foto. Errejón, Iglesias y Espinar. Delante, el atril con el rótulo de Podemos. Detrás, un eslogan estilo flowerpower que reza: ‘Nosotras’.

Pura poesía modernilla, sin rima ni métrica. Pura trampa, todo cartón.

¿Quiénes son nosotras? ¿Ellos? Ellos no son nosotras porque ni siquiera son nosotros, son ellos. Ellos son ellos a su bola.

Aunque para ir a su bola nos coman el bolo con esa tontería fraudulenta y bufa de trasvestirse: en nosotras, en vosotras.

Nosotros y nosotras, vosotras y vosotros, gente normal y decente, deberíamos dejarles claro a ellos, vestidos de ellas, que dan pena, hasta asco. Sobre todo asco.

Porque no hay mayor misógino que el que usa la causa de la odiosa y evidente discriminación femenina para su beneficio político. Ni siquiera beneficio personal (feo), sino beneficio político (infame).

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El machismo no tiene ni media broma. La violencia doméstica en nombre de una blasfemia mal llamada amor es el crimen entre los crímenes.

La discriminación salarial hacia las mujeres es un fracaso ético y social. La negación de esa realidad es fascismo ventajista o ventajismo fascista.

«No hay mayor misógino que el que usa la causa de la odiosa y evidente discriminación femenina para su beneficio»

Igual en el párrafo anterior he abusado del concepto fascista; pero hay que estar a la moda, amigos.

Si no tachas de fascista al que piensa diferente no te prestarán atención.

Enfrentémonos a la amarga realidad, incluso combatamos los violentos cimbronazos de la extrema realidad.

Pero además de aplicarnos todos el cuento en cada pequeño detalle, desnudenos la farsa de estos petardos feministoides.

En la era de la robótica, y aún más allá, dudo que deje de estar presente eso de que si mi abuelo fuera mi abuela y mi abuela fuera mi abuelo; ni mi abuelo sería mi abuelo ni mi abuela sería mi abuela.

Siempre hay excepciones, como Rivera, que te dejan elegir lo que quieres que sean.

Te lo juran por Snoopy, y si no que se mueran los Hombres G.