Coaching, branding, branded content, marca personal, marketing, inbound marketing, disrupción.

Para muchos no sabrán que estoy diciendo, para otros se les estará abriendo los ojos esperando la nueva buena que les lleve al éxito, y otros creerán que saben el significado de la palabra porque lo han leído y queda muy cool decirlo.

Aunque no tengas ni idea de lo que dices.


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Estos días he acudido a dos eventos calificados de disruptivos, los mejores eventos de management, marketing y branding nunca hasta la fecha celebrado en nuestra ciudad.

Las caras que se veían al entrar, eran más resplandecientes que el día de Reyes esperando a la cabalgata de sus Majestades.

Crear cosas, realizar eventos, es algo digno de respeto. Nunca sabes qué va a pasar.

Por mucho que lo hayas hecho con la máxima precaución y cuidando el detalle, siempre hay algo que escapará a tus dominios.

«Crear cosas, realizar eventos, es algo digno de respeto»

Hasta ahí, toda mi admiración.

Pero señores, si queremos un nuevo guión en nuestra sociedad, todavía tenemos mucho camino por delante, a mí parecer.

Siempre me han enseñado y aprendido por propia experiencia, que cuando das una conferencia, la única persona importante, es el asistente, no tú mismo.

Por lo visto, es la moda en esta ciudad, por lo que me dijo a posteriori uno de los asistentes, a ver quién la tiene más grande.

Una conferencia no puede ser utilizada como publi reportaje durante el tiempo que te ha dado el organizador.

Diciendo las bondades, lo que has provocado en clientes-amigos que están en el auditorio escuchándote y «recomendando» que vayan a comprar tus libros raudos y veloces.

Una conferencia sirve para mostrar un estilo de vida que llevas, el porqué haces lo que haces.

Quieres inspirar a la gente a que rompan los límites, a que consigan sus sueños, a qué sean ellos mismos.


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Lo harán a posteriori con tu ayuda o no, pero ya hacerles ver, que se puede, es el mejor regalo que le puedes dar a una persona.

Siempre digo, y así lo creo, que los primeros embajadores de una marca tiene que ser el propio CEO o fundador.

Y para defender a tu empresa, darla a conocer delante de un auditorio o un consejo de administración, por mucho que factures, hay que saber hablar en público.

Tú transmites lo que sientes a través de tu voz.

Y si lo que llega a los demás, es monotonía, ninguna sonrisa, silencios, dudas, miedos…

Te aseguro que no habrá café que los vuelva a enganchar contigo.

Disrupción no es hacer cosas radicales, poner música sin sentido a todo volumen, no es pelear contra Amazon desde el cuarto de baño de tu casa, ir menospreciando a otras ciudades o hablar en términos que no sabes su significado.

Eso no es disrupción.

Eso más bien es querer asombrar a los asistentes o futuros clientes, con “filtros” de Instagram para ser memorable a corto plazo. Pero la verdadera disrupción es hacerles a los demás la vida más fácil, simplificársela.

«Y para defender a tu empresa, por mucho que factures, hay que saber hablar en público»

¿A qué ya no mola tanto?

La gente de éxito, es aquella que se dedica a resolver los problemas de la sociedad. Y donde la humildad reina en sus actos y hechos.

Esas son las verdaderas personas disruptivas y con ello, el éxito.

La gente se quejaba de que siempre veía a las mismas personas en todos los eventos. A lo mejor hay que empezar a pensar el porqué.

A lo mejor es que como decía Einstein, ¿esperamos conseguir resultados diferentes, haciendo lo mismo de siempre, con las mismas personas?

Una mente más abierta, llena de experiencias, nos hace más críticos con todo, hasta con nosotros mismos.


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Porque la creatividad es ver la realidad desde otra perspectiva. No hacer lo mismo que hacen los demás, pero con otro nombre.

En una sociedad, donde se cree que la lucha es a ver quién la tiene más grande, eso no es propuesta de valor, ni innovación, tampoco avance, eso es ir hacia un camino sin salida, que cuando menos lo esperemos seremos pasados sin miramientos por el avance de verdad.

Déjate de mirar y comparar. Porque ser disruptivos es transmitir tu estilo de vida, no quererlo imponer.