¡Madre mía, madre mía! ¡Ante todo no agobiarse! Te estará sucediendo a ti igual que a mí y al resto de usuarios de la red.

Un auténtico aguacero, ¡¿qué digo?!

Es un auténtico diluvio de mails llegados de diferentes empresas, entidades, redes sociales y compañías en los que nos informan sobre los cambios que a partir del próximo viernes 25 de mayo se aplicarán en materia de protección de datos y cómo afectarán a la forma en la que tratan nuestros datos e información de carácter personal las empresas.


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Te pongo en antecedentes rápidamente.

España ya contaba con una ley en materia de protección de datos (LOPD, data de 1999), la cual, continuará en vigor con carácter subsidiario, es decir, para aquello que no esté regulado y no contradiga a la nueva normativa.

Por otro lado, encontramos el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD), cuyo ámbito de aplicación es la Unión Europea, comenzará a aplicarse el próximo viernes 25 de mayo de 2018.

¿Por qué otra ley sobre lo mismo? ¿Y esto qué tiene que ver conmigo? (Mucho) ¿Tengo que hacer algo?…

Bueno, paciencia Antes de nada Te diría que te leas el Reglamento para aclarar tus dudas, sería lo suyo

Cuando menos, te recomiendo encarecidamente que leas sobre ello, e incluso, consultes con profesionales relacionados con el tema.

El INCIBE y la Agencia Española de Protección de Datos pueden aclarar tus dudas.

«Si tú mismo no cuidas y proteges adecuadamente tus datos No pidas milagros al nuevo Reglamento«

Vayamos al meollo del asunto

Este Reglamento está basado en la responsabilidad activa por parte de las organizaciones y empresas, del tratamiento de nuestros datos.

Deben acatarlo incluso empresas que estando deslocalizadas estaban tratando datos de personas en la Unión Europea y, sin embargo, se regían por normativas de otras regiones o países que no siempre ofrecen el mismo nivel de protección que la normativa europea.

Algo ciertamente importante con algunos de los hechos que hemos conocido en las últimas semanas, ¿no crees?

Una de las cosas más interesantes es que el Reglamento exige de forma expresa que la información que se proporcione sea fácil de entender y presentarse en un lenguaje claro y conciso. Muestra de lo que todos los usuarios nos quejamos a la hora de revisar los avisos de privacidad y comprender cómo hacen uso de nuestros datos.

Pocas excusas quedan para no leerse las cláusulas antes de aceptar a ciegas algunos términos.

El Reglamento, además, introduce el derecho al olvido y el derecho a la portabilidad, esto repercutirá en mejorar la decisión y control de los ciudadanos sobre los datos personales que se confían a terceros.

Esto también nos trae algún recuerdo reciente, ¿verdad?

Entre otras cosas, las empresas tendrán que explicar el tratamiento legal de los datos y los períodos de retención de los mismos (ya no vale “por el tiempo que la empresa considere”).

En caso de duda o desacuerdo con la forma en que están manejando nuestros datos, los usuarios podremos dirigir nuestras reclamaciones a las Autoridades de protección de datos.

Por cierto que las sanciones aplicables son de hasta 20 millones de Euros Quizá, es una motivación para cumplir las normas

«El Reglamento exige de forma expresa que la información que se proporcione sea fácil de entender»

Respecto a los menores (el eslabón más débil y vulnerable sobre todo en la red), la edad en la que los menores pueden prestar por sí mismos su consentimiento para el tratamiento de sus datos personales (por ejemplo, redes sociales) es de 16 años. 

En el caso de España, ese límite continúa en 14 años. Ni 10, ni 12 14 años. Por debajo de esa edad, es necesario el consentimiento de los progenitores o tutores.

¡Genial todo, me encanta, fenomenal! Sin embargo, mis datos personales son míos, de mi propiedad, me pertenecen.

Y en el momento que los cedo o comparto con alguien, ya dejo de tener control sobre ellos.

¿Quién me asegura al 100% la lealtad, integridad y confidencialidad de esa información, no solo en la red sino en la vida en general?

Moraleja: Me gusta el nuevo Reglamento. Y bienvenida sea toda normativa que proteja más y mejor mis derechos (con sus obligaciones). Sin embargo, nadie mejor que yo misma para proteger mis datos y cuidarme, también en la red.