La conversación transcurre en su despacho. Un pequeño cubículo en la planta principal de ESIC Zaragoza. Sin grandes detalles. Austero. Recogido. Funcional.

Antonio Sangó no siembra ni vuela. Sin embargo, el director de ESIC Zaragoza sabe que el mejor legado que se puede dejar a sus hijos son raíces y alas.

El directivo de la escuela de formación atiende a HOY ARAGÓN con la sonrisa de un viernes por la mañana. Ofrece un café, con poco azúcar y se arremanga la camisa para esculpir con sus pensamientos esta entrevista.

Antonio Sangó, director de ESIC Zaragoza / ESIC

Pregunta.- ESIC, una escuela de Marketing y Negocios que cumple 25 años en Aragón. ¿Cuál ha sido la clave para que sea una marca tan consolidada?

Respuesta.- Son varias claves. La primera, y fundamental, es que la dirección general -los Padres Reparadores- apostó decididamente en su día por venir a Aragón. Vinimos para quedarnos, siempre lo dicen. Es el punto de partida fundamental.

Y porque, creo, que se han ido tomando las decisiones acertadas que han hecho viable la pervivencia de ESIC. Por ejemplo, el acuerdo de adscripción a la Universidad San Jorge. Lo cual nos permite impartir grados oficiales. Una apuesta decidida, socios clave y decisiones acertadas.

¿Cómo influyen los valores de ESIC en la formación de un futuro directivo?

Es imprescindible. ESIC nace en 1965 -hace 53 años- hablando de marketing en una España que desconocía el término. Y desde el primer año, ha habido una asignatura que ha estado siempre, de una manera transversal, en todos los estudios de la escuela: Ética en los negocios.

Llevamos 53 años diciendo que es posible hacer negocios de manera ética. Enseñando, y dando ejemplo. No es una dicotomía. Se puede ganar mucho dinero siendo ético.

¿Y cómo se puede percibir que alguien es un buen directivo?

En mi opinión, los grandes directivos tienen unos cuantos elementos comunes. Y más allá de que estén bien preparados o sean solventes. Y ahí están las tres ‘p’ que suelo explicar.

Creo que, por un lado, los buenos directivos tienen que creer firmemente en las personas. No conozco a ningún buen directivo que no crea firmemente en las personas. Y todo lo que hay detrás de ese gran pensamiento. Tampoco conozco a ningún buen directivo que trabaje sin pasión. Aquí estaría la segunda ‘p’. Y, por último, un componente de positivismo. Los buenos directivos siempre ven la botella medio llena.

Creo que un buen directivo, aparte de las ‘p’ que he citado, debe de tener unas dosis de humildad muy fuerte. Sin confundir ser humilde con ser pusilánime. Se puede ser muy humilde reconociendo las fortalezas que se tiene.

«No conozco a ningún buen directivo que no crea firmemente en las personas»


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Según el ‘Startup Ecosystem Overview’, el número de startups en España creció en 2017 un 20%. Siendo más de 3.200. Y Barcelona junto con Madrid representan la quinta y sexta ciudad europeas, respectivamente.

¿Se está empezando a ‘sociabilizar’ el mercado al crearse empresas con pocos recursos, sin casi inversión, sin apoyo bancario, y quizá sin altas dosis de cualificación?

El dato es impresionante, pero sólo nos dibuja una cara de la moneda. Ese dato lo acompañaría con cuántas startups continuan vivas después de 2 o 3 años desde su creación. Y cuánto es el saldo neto.

La enorme capacidad de emprender denota un cambio de tendencia en la sociedad.

Eso sí, desde luego. El mero hecho de emprender es positivo. La filosofía de vida de un chaval que sale de la Facultad de Empresariales o de ESIC, comparado con mi generación, es una distancia abismal. En mis tiempos uno quería ser funcionario o trabajar en un banco de por vida. Y esto hace sólo 20 años.

Hoy en día, aparte de que se ha democratizado la economía, y estoy plenamente de acuerdo contigo, creo que el consumidor, el perfil social, ha cambiado mucho. Por ejemplo, a mi me llama muchísimo la atención, y se estudiará algún día en sociología, el sentimiento de pertenencia.

Ahora mismo los chavales jóvenes apenas tienen ese sentimiento. Los de mi generación pensábamos que, o tenías un coche en propiedad o eras un pringao. Hoy en día está cambiando toda la sociedad por abajo. Por lo tanto, la creación de startups o la economía colaborativa que está despuntando son hechos de que las nuevas generaciones vienen armadas en unos chasis completamente diferentes.

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¿Cuáles son los puntos fuertes que tenemos como sociedad para explotar ese impulso de creatividad empresarial?

Hay una variable fundamental. Y ya la hemos nombrado. Cómo es la gente joven hoy en día. Esto es importantísimo. La segunda variable es el talento. Soy un firme defensor del talento, y la gente joven lo demuestra todos los días. Y la tercera variable, y me da igual que sea España, Aragón o Zaragoza, es la legislación.

Hace unos días un ponente que tuvimos en ESIC decía: «Estados Unidos crea, China copia, y Europa legisla». No puedo estar más de acuerdo. Creo que tenemos un freno de mano tremendamente fuerte puesto en cuanto a las posibilidades de modelo de negocio que la legislación está impidiendo.

Y por qué no decirlo, la sociedad, o el pensamiento social en su conjunto. Si conoces la sociedad estadounidense, o incluso la anglosajona, verás que un emprendedor que ha tenido hasta tres fracasos está considerado como una persona emprendedora y positiva.

Sin embargo, una persona en España que fracasó una vez en un negocio, no te digo que esté estigmatizada, pero es una mancha a nivel empresarial o económico.

Si con un simple click puedes comprar un producto en cualquier parte del mundo. ¿Cómo podemos competir si la legislación deja en desventaja al emprendedor europeo?

A nivel privado, o a nivel social, lo tenemos complicado. No depende de nosotros en términos macro. Nos guste o no, estamos viviendo en un ecosistema que nos marca las reglas. Si esas reglas nos impiden crecer, o son unos marcos regulatorios estrictos o lentos, nos adelantan por todos los lados.

No es casualidad que ninguna empresa tecnológica de las grandes esté en Europa. No es casualidad. ¿O creemos que los europeos somos más torpes y menos talentosos que los estadounidenses? Por algo será que Google, Facebook, Amazon o Apple están en Estados Unidos. Mi pregunta es: ¿Por qué no se hacen esta pregunta los políticos?

Es evidente que la economía, la tecnología o la sociedad van mucho más rápido que la legislación. ¿Cómo se puede desde la sociedad civil influir en que sea una evidencia que la legislación entorpece el crecimiento?

¿Cómo? A lo mejor hay que preguntárselo a ellos (risas). Dentro de la política te diría que hay dos variables distintas. Por un lado la legislación. Y estamos de acuerdo que hay que legislar los coches autónomos, ¿no?. Somos muy lentos legislando, pero hay que legislar.

Y otra cosa es la velocidad de los propios políticos. Cuando utilizan la tecnología o la educación como armas arrojadizas entre ellos, o como vehículos negociadores estamos poniendo un doble freno de mano. Y al final los paganos de esta fiesta es la sociedad en su conjunto.

«Un ponente que tuvimos en ESIC decía: Estados Unidos crea, China copia, y Europa legisla. No puedo estar más de acuerdo»

¿Y cómo cambiamos eso?

El problema es que a muchos políticos les falta experiencia empresarial. Yo siempre hago la misma reflexión: no sé a a cuántos políticos en su vida les han denegado un crédito. O no sé cuántos políticos han tenido que hacer unos presupuestos comerciales o fijar unos objetivos. Vamos, el día a día empresarial.

Y esto es como las películas, o vas al cine o no te la pueden contar. Hay que vivirlo. La experiencia empresarial no se puede apoyar en asesores. La has tenido que vivir tú. Y al final muestras empatía o sensibilidad.

La empresa que no esté digitalizada, en mayor o menor medida, tiene unas debilidades frente a la competencia brutales. Con lo cual las empresas están apostando por esas nuevas formas de economía o por acercarse cada vez más al nuevo comportamiento del consumidor.


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¿Qué sectores económicos tienen mayor necesidad de impulsar el innovación?

(Piensa). Te respondería que todos. Hay que tener en cuenta que la innovación debe ser un barniz que se impregne en todos los sectores. ¿Quién nos iba a decir a nosotros que un pastor podría vigilar a las ovejas con drones? Tremendo.

Lo puedes hacer creyéndotelo, o en pasiva. Hay que apostar por la innovación para no tener una desventaja competitiva bestial. Hay que adaptarse a esta nueva realidad, sin duda.

¿Eres capaz de darme un pronostico de cómo puede cambiar Zaragoza en 5 años, en cuanto a emprendimiento o innovación?

Es impensable. No puedo dar ningún pronostico. Es más, no conozco a nadie que pueda hacerlo. Una alta directiva de una multinacional, en un foro, nos contó que de 2015 a 2018, en tres años, se habían generado más datos que en el resto de la historia de la humanidad. Pero se sabía ya que en 2019, en un año, se iban a generar muchos más datos que en los otros tres anteriores.

Y que a partir de 2019 se iban a generar más datos al mes que el año anterior. Con esa dimensión, ¿quién se va a atrever a pronosticar cómo será una ciudad o qué ocurrirá en cinco años? Los planes a cinco años creo que han muerto.

«¿Quién nos iba a decir a nosotros que un pastor podría vigilar a las ovejas con drones»

¿Cuál será la próxima revolución industrial?

(Piensa) Creo que será una revolución en la que la sociedad pasará a ser mucho más humilde, mucho más colaborativa, más concienciada con el medio ambiente, y muchísimo más productiva. Pero pese a que esto que digo parecen términos fríos, soy un firme defensor que cuánto más se desarrolle la tecnología, más importante seremos las personas.

La próxima revolución tecnológica traerá como consecuencia que lo más importante serán las personas.

Qué diferencia hay, cada vez más, entre las formas o las actitudes del viejo directivo y el nuevo emprendedor. ¿Cómo lo analizas?

Estamos condenados a entendernos. No hay duda. Lo tengo cristalino. Hay un estudio que dice que dentro de diez años, van a convivir cinco generaciones diferentes en una empresa. Esto hace quince años era inimaginable.

Pero es que hace quince años también era inimaginable que un alto directivo o directiva en la parta noble de un edifico fuera sin corbata o con una sonrisa. Hoy en día la sonrisa se presupone y la corbata está pasando a ser un artículo muy de nicho.


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¿El éxito profesional está sobrevalorado?

Depende de lo que se entienda como éxito.

¿Qué es el éxito para Antonio Sangó?

El éxito creo que es algo muy subjetivo. Cada persona lo entendemos de una manera diferente. Para mi, sin duda, el éxito no es ganar dinero. (Piensa). Yo creo que el éxito al final es estar muy bien contigo mismo, siendo feliz y haciendo felices a los demás. Al final el éxito es vivir la vida como tu has decidido vivirla.

Y te diré más. Cada vez conozco a más personas que para mi son exitosas cien por cien gestionando una casa rural de un pueblecito pequeño del Pirineo. Donde viven acorde a lo que ellos habían proyectado que su vida fuera así.

No hay duda que parte del éxito empresarial está relacionado con la formación continúa.

Claro, desde luego. Creo que la formación tiene que ser duramente toda la vida, tanto académica como de la propia experiencia. Con independencia del puesto que ocupes o si trabajas o no.

Me gusta mucho decirles a los chavales jóvenes una frase, que una vez leí, y que me encantó. Y es: «Nunca dejes de aprender porque la vida nunca te dejará de enseñar». Y por eso no conozco a nadie que no tenga que aprender cada día. La formación es eterna.