La política, por mucho que alguno se llene la boca, es la misma que en los últimos doscientos años en España. Egoísmo, asperezas y falta de proyectos. Es la España del turnismo, del caciquismo y de la mediocridad.

Y todo esto, se visibiliza en el sentir general que impera en los aparatos de los partidos políticos. Y se ha puesto de relieve, en los últimos días, en las primarias del Partido Popular.

En los últimos días, se ha mantenido un continúo desfile de tuits a favor de una o de otra candidatura. Los mensajes en redes sociales también se han visibilizado con vídeos, y con frases grandilocuentes. Todo muy fashion, muy pop y muy yo qué sé.


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E insisto, la gran mayoría de apoyos se han anunciado en los últimos días.

Cuando las sensaciones internas sobre las posibilidades reales de los candidatos se estaban aclarando. Cuando el jefe, el presidente de turno, el cacique de la tierruca o el que da la paguita ha decidido su voto.

Y entonces ese compromisario se ‘moja’ por una candidatura. Y claro está, por el mismo candidato.

¿Antes?, ni de coña. ¿Para qué? ¿Para exponerse públicamente, demostrar que tiene capacidad de crítica, ímpetu político o ganas de decidir el futuro de su partido?

Por eso, es de justicia ensalzar la figura de aquellos militantes del Partido Popular – y de cualquier partido anteriormente- que con valentía se lanzó en favor de una u otra candidatura sin pensar qué diría su agrupación, su provincia o su jefe político. O si su favorito alcanzaría el liderazgo.

Ellos, dentro de unas primarias nunca vistas en el Partido Popular, son los principales ganadores. 

Y confío que esta valentía sea capaz de impregnar las futuras políticas de un partido llamado a ilusionar (otra vez) a millones de españoles. Con luces largas, sin pensar en el ombliguismo partidista. Ser capaz de aplicar la valentía.