Manuel Giménez Larraz es el fiel reflejo de cómo la palabra puede acabar con el relato que intenta trazar el terrorismo etarra. Nunca le tiembla la voz para recordar que pasó, dónde estamos, y qué debemos perseguir como sociedad. El hijo mayor del presidente del PP de Aragón Manuel Giménez Abad [asesinado por ETA el 6 de mayo de 2001] no rebla para exigir memoria y justicia.

«El fin de ETA no se debe a su conversión o arrepentimiento», sino al firme pulso mantenido durante décadas por los demócratas. Un pulso llevado a cabo mediante «una admirable combinación de unidad política y respeto a nuestro estado de Derecho».

Giménez Larraz se expresó así en el acto institucional «Homenaje a la Palabra« en recuerdo a su padre, Manuel Giménez Abad, en las Cortes de Aragón en el día de ayer. Para Giménez Larraz, el fin de ETA también se debe «a un mero criterio de oportunidad, que le recomienda emprender otro camino para conseguir sus fines políticos».

EL FINAL DE ETA

Giménez Larraz, vicepresidente de la Fundación Giménez Abad creada por las Cortes de Aragón, insistió en que el final del terrorismo es «una excelente noticia» cuya trascendencia no se debe devaluar y en la que los protagonistas, por mucho que lo pretendan, no son los asesinos de ETA, sino «los ciudadanos, las víctimas, nuestro Estado».

Ana Larraz (d), viuda de Giménez Abad, junto a distintas autoridades – Javier Belver/Fundación Giménez Abad

Pero a su vez advirtió de que el proyecto político que preconizaba violentamente ETA, basado en la intolerancia, el odio sectario e incluso el supremacismo «sigue plenamente vigente». Y según Giménez Larraz, se alimenta del aliento de quienes consideran que el simple hecho de que unos asesinos hayan dejado de matar les otorga legitimidad democrática, pero «no la pueden tener, por lo que piensan y por lo que son muchos de ellos».

«Un asesino no deja de ser un asesino por el mismo motivo que mi padre nunca va a dejar de ser una víctima», remarcó. Giménez Larraz destacó durante su discurso que aunque duela, es un día de obligado de recuerdo a su padre, con el que tuvo la fortuna de vivir los 16 años que les concedieron «generosamente unos patriotas» de ETA antes de asesinarlo por la espalda cuando iba en compañía de su hermano.

«UN HOMBRE BUENO»

«Tengo la suerte de haber compartido experiencias suficientes como para no renunciar al legado que creo quiso transmitirnos a mi hermano y a mí», porque su padre, subrayó, era «un hombre bueno», una persona íntegra y honesta con espíritu tolerante y reflexivo que se ponía en el lugar de los demás convencido de que del intercambio de ideas brotan soluciones para muchos problemas comunes.

En el acto, al que también ha asistido la viuda de Giménez Abad, Ana Larraz, y representantes de los partidos políticos, la presidenta de las Cortes subrayó que era un día para el recuerdo del político aragonés y para trasladar la solidaridad y cariño a su familia.