Que tendrá el toreo, y en concreto llegar a vestirse de oro, como matador de toros, que después de experimentarlo, nada llena más el alma del individuo que habita en el torero. Puede haber cosas que nos puedan llenar pero jamás con semejante plenitud.

Decía en la columna anterior, que el ostracismo profesional nos hace pensar a menudo en tomar otros derroteros, en tirar la toalla, en decir; hasta aquí; -no es por mí, es porque no me dejan avanzar en mi profesión- y máxime cuando entrenas día a día sin saber si quiera cuando volverás a enfundarte esa “armadura de oro” que realmente te hace ser y sentir.

Y entre pensamiento y pensamiento de esa índole, mientras entreno o toreo de salón, me acuerdo de algo espléndido y majestuoso que me dijo un buen amigo, ex matador de toros, Miguel Ángel Marchal, y posteriormente banderillero.

«Nada llena más el alma del individuo que habita en el torero. Puede haber cosas que nos puedan llenar pero jamás con semejante plenitud»

Sin lugar a dudas alguien que había atravesado mi situación anteriormente después de haber toreado más de cien corridas de toros y verse relegado nuevamente a torear pocas tardes. Lo recuerdo como si ahora fuere, en el despacho de una de sus clínicas dentales, conversábamos sobre la posibilidad de dejarlo todo, de decir basta; -esto es imposible Miguel Ángel, no toreo ni aunque se escape un toro- llegue a decirle.


Publicidad


Él, pausado, con calma, con la experiencia de haber vivido todo eso anteriormente, me dejaba hablar, me dejaba tenerle rencor a lo que yo amo, y cuando acabé, me dijo, una de las cosas que más me han marcado para seguir luchando día a día.

«Se dé que me hablas Imanol, entiendo que estés pensando en dejarlo todo, e incluso en pasarte a la plata, pero te voy a decir una cosa- me decía, «hay cosas grandes en esta vida, pero después de haberte vestido de oro, no hay nada mas grande», concluyó Miguel Ángel.

«Hay cosas grandes en esta vida, pero después de haberte vestido de oro, no hay nada mas grande»

Os aseguro que son muchos los días que recuerdo esa frase y entreno como si tuviera firmados ochenta contratos en la temporada.

Y qué razón, todos en nuestra vida, tenemos que tener la capacidad de tener algo grande, un “vestido de oro” que nos haga luchar y seguir adelante para superar cualquier barrera. Porque como decía Earl Nightingale; No renuncies nunca a un sueño por el tiempo que te llevara conseguirlo. El tiempo pasará igual hagas lo que hagas.