Hecho añicos, sin pena, sin gloria, y sin alma. Así es como te quedas.

Quizás los toreros seamos (debamos) más de expresar nuestros sentimientos en el ruedo, con capote y muleta, y poco se haya plasmado en un trozo de papel sobre cómo vivimos un varapalo emocional como el que viví en el día de ayer (otro año más, y esta vez de manera injusta, me he quedado fuera del Pilar, fuera de mi plaza, sin sentir el cariño de mi gente, sin poder dar un empujón a mi carrera).

Pues bien, me voy a quitar las caretas y no voy a tener complejo de expresar como se queda un torero, que al fin y al cabo es una persona.

Ponte en situación: Tienes un trabajo, una oposición, estás de prácticas, estudiando, 365 días, sin ver un euro, esforzándote al máximo con la fe de que llegue el día de demostrar tu valía, llega el día y se suspende todo, tienes que seguir otros 365 días más, y así sucesivamente. (Esta es la situación que vivimos muchos toreros de los que nos denominan modestos).

En caliente me pregunto si todavía queda calidad humana en el mundo del toro, y pensando en la reunión mantenida con Lloret y Patón -representantes de la empresa Simon Casas que gestiona la plaza de Zaragoza- creo que todavía quedan condicionantes humanos en ellos, por lo menos tuvieron a bien atenderme con cierta empatía, después de la tensión y de la polémica suscitada.

Puede que les guste o no, pero mi máxima era (es) entrar en Zaragoza, si no luchamos por nuestra verdad y por aquello que nos ganamos, no estaremos dispuestos a luchar por nada. Tenía claro que iba (voy) a luchar por ello con todas las consecuencias, de hecho, no sé si puede que me haya jugado mi carrera por actuar de esta manera que se sale de los cauces habituales del toreo, no lo sé, Dios dirá.

«Mi máxima era (es) entrar en Zaragoza, si no luchamos por nuestra verdad y por aquello que nos ganamos, no estaremos dispuestos a luchar por nada»

Ahora me siento libre, de haber luchado (luchar) por mi causa, dejando atrás los miedos habituales; ‘no hagas esto que puede sentar mal y no te pondrán a torear’, ‘no hagas lo otro que lo mismo’, etc… vivimos constantemente con miedos, y son los que nos bloquean a dar los pasos adelante, a veces, o mejor dicho siempre hay que superarlos y entonces descubrir lo que pasa.

¿Y sabes porque aun tengo esperanza de que en el mundo del toro haya calidad humana? Pues porque tengo dos tíos a mi lado, Marcos y Jorge (mis apoderados) que están ahí, sosteniendo el mástil de la bandera, que esta mas resquebrajado que el copón, de manera altruista, sin necesidad de llevarse una acaricia por cada mil hostias, pero están ahí, por sentimiento hacia un proyecto, por sentimiento hacia un torero, en definitiva, por sentimiento a mí, igual que las miles de personas que me apoyáis en redes y en la calle.

Pero bueno, a pesar de ello y de mantener siempre en mi actitud un halo de esperanza, aquí sigo, roto de dolor, sin ese día en Zaragoza, ante mi gente, en mi plaza. Sin si quiera un hablamos para Madrid, o para un sustitución. Porque toreemos, una, dos o tres, somos toreros, soñamos el toreo, porque vivir sin torear no es vivir. Así, que una vez más, aquí me quedo, hecho un trozo de mierda.