Para entrar en las claves del ‘conflicto’ catalán hemos de examinar bien este hecho histórico. Es bien sabido que todo nacionalismo (también el español) necesita referentes y coartadas históricas, pero, pese a lecturas unilaterales, la historia es muy compleja y es difícil adoctrinar con ella salvo que uno sea muy crédulo.

La Guerra de Sucesión se presenta como el gran conflicto que los catalanes tuvieron contra España por su independencia, que los privaron de sus instituciones, que lucharon contra el primer Borbón etc… Nada de esto es mentira pero no es toda la verdad.


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Sucedió que Felipe V, biznieto de Felipe IV y tataranieto de Felipe III, llega al trono español por el testamento de su tío carnal Carlos II, muerto sin descendencia. El problema es que era nieto también de Luis XIV y las potencias europeas temían que Francia y España se unieran en una sola corona. Al ser el segundo hijo del delfín no se preveía tal problema y, haciendo constar esto, Carlos II aceptó.

En 1700 Felipe V accede al trono español y va jurando los Fueros de todos sus reinos. De hecho en 1701 jura los fueros catalanes y en 1704 estalla la Guerra de Sucesión porque las potencias europeas apoyan a otro pretendiente al trono de España, Carlos de Habsburgo, hijo del Emperador del Sacro Imperio.

Dejarán de apoyarle en 1711 cuando, tras las muertes de su padre y de su hermano, se convierta en Emperador y surja el peligro de apoyar la unión del Imperio con España.

Cataluña, como Valencia y Aragón pero en mayor medida, tomó partido por el pretendiente, con el convencimiento de que no aboliría sus fueros. Felipe V sí lo hizo, al entrar en Cataluña (como le pasó a Aragón y Valencia), reino que le era hostil en su mayoría, hubo gente que no, cosa que no le pasó a Navarra pues siempre estuvo en el bando borbónico.

Felipe V siguió el consejo de sus centralistas consejeros franceses. Hay que recordar que la decadencia y atraso español de principios del XVIII se veía, en parte, debido a los diferentes sistemas legislativos heredados de la Edad Media, y a que, sobre todo, era Castilla la que sobrellevaba todo el Imperio, contribuyendo poco los territorios de la Corona de Aragón y amparándose, para ello, siempre en sus Fueros.


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Felipe V estaba dispuesto a respetarlos, pero Cataluña se fue con el pretendiente, lo ponía difícil. Luego, es curioso en la loa eterna al sitio de Barcelona en 1714, no se dice que, su defensor, Rafael Casanova, murió en 1743, es decir, no murió en el supuesto terrible sitio del ‘sanguinario’ Felipe V.

Tras la abolición de los Fueros es curioso que toda España floreciera en el siglo XVIII. Y que Cataluña, ofendida por lo que se ve, contribuyera como nadie, a la lucha de la nación española en la guerra de la Independencia.

Por último, y como los extremos se tocan, llama la atención que, en su burda denostación de la dinastía borbónica, los separatistas coincidan en formas y argumentos con los que tuvo el Movimiento Nacional después de la Guerra Civil.

¿Será que participan de similar espíritu totalitario? No creo.