Como es lógico, todo el mundo piensa que me voy a referir a matrimonios. Pero no, afortunadamente no sé nada de la materia. Me referiré al ‘divorcio’ que habitualmente se da entre los políticos y el pueblo.

No voy a hablar de regímenes dictatoriales, donde el divorcio es de inicio. Hablaré de democracias modernas como la española.


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Sucede que, incluso en una democracia moderna con renovación de cargos cada cierto tiempo, los políticos se crean un sistema de prioridades que nada tiene que ver con las necesidades de sus ciudadanos.

Por ejemplo, en España en los últimos tiempos, se ha girado en torno a una hipotética independencia de Cataluña. Los líderes catalanes llevan años con este tema y sólo con este tema.

Han sido tan pesados, ilógicos e irracionales, que han conseguido abducir a la política nacional, todo ha girado en torno a Cataluña y, ahora, aún después de la aplicación del 155 y la subsiguiente semicalma, seguimos pendientes de las payasadas de Puigdemont en Bruselas y de la comida de los presos en nuestras cárceles.

Todo ello provocado por una loca idea de independencia que, por otra parte, ¿paga las facturas de alguien? ¿Crea trabajo? ¿Ataja la criminalidad organizada? ¿Acaba con las listas de espera?

No. En realidad al ciudadano normal no le sirve más que para no poder hablarse con su vecino.

«Seguimos pendientes de las payasadas de Puigdemont en Bruselas y de la comida de los presos en nuestras cárceles»

Pero esto no sólo pasa en Cataluña, sucede que en el DOUE se publican el 28 de marzo de 2014 las nuevas directivas de contratación, con lo cual, hay que dar, transponiendo las directivas, una nueva Ley de Contratos del Sector Público.

La directiva se fija como fecha límite de transposición el 18 de abril de 2016, pues bien, en España se publica la nueva Ley de Contratos del Sector Público en el BOE de 9 de noviembre de 2017. Además, esta Ley entra en vigor por partes, y la más cercana, a los cuatro meses desde su publicación.

Me consta que un grupo de expertos se puso a trabajar enseguida, en cuanto se publicaron. Me consta que había proyecto y que caducó en la legislatura en que el PP tenía mayoría absoluta.

Y es público y notorio que en estas dos legislaturas a los grupos políticos les interesan más sus propias ideologías que transponer directivas por importantes que sean.

El divorcio con la realidad está servido y va a más, así no es de extrañar que los ciudadanos vean a los políticos como personas lejanas. Y con otro sistema de valores.