‘Alea jacta est’. La suerte está echada y Zaragoza en Común ha decido cruzar el Rubicón desprendiéndose de los últimos restos del disfraz con el que compareció ante los zaragozanos y zaragozanas hace algo más de dos años y medio en las elecciones municipales.


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Nada queda de aquellos discursos sobre la «emergencia social», la regeneración de la política o la participación, sobre los cuales una amalgama de siglas y personajes procedente de una izquierda históricamente residual e ideológicamente apolillada cabalgaron aprovechando el impulso de una mediática nueva marca (Podemos).

Y junto al descontento más que justificado de millones de ciudadanos tras años de crisis, austeridad y corrupción del Partido Popular.

Varios de los concejales de ZEC, durante una concentración reciente en Zaragoza / H.A

La preocupación por los desahucios y la pobreza han dejado su espacio a proyectos de viviendas como Pontoneros cuyo precio duplica el de vivienda social o a procesos de municipalización en los que en lugar de buscar la mejora de los servicios sólo se ha pretendido satisfacer los intereses de algunos comités de empresa.

«Tras la máscara queda la verdadera cara de un alcalde instalado en la impotencia y la falta de sentido democrático que suple sus carencias a golpe de autocracia y caudillismo»

Pero la guinda en este proceso de fin de las mentiras, la ha puesto el alcalde Pedro Santisteve con el golpe perpetrado en las sociedades municipales, garantizándose una mayoría -con una vena autócrata que recuerda inevitablemente a la Venezuela de Maduro- que los zaragozanos y zaragozanas no votaron para gestionar sin contar con nadie, más de 70 millones de euros.

Nada queda pues de aquel disfraz de renovación de la política, honestidad y participación. Tras la máscara queda la verdadera cara de un alcalde instalado en la impotencia y la falta de sentido democrático que suple sus carencias a golpe de autocracia y caudillismo.

Hace tiempo que muchos sospechábamos que este mandato había sido un mandato perdido, una inmensa decepción. No podemos hoy sino lamentar haber acertado y no haber previsto que además, sería un mandato de involución democrática.

*Horacio Royo es asesor del Grupo Socialista en el Ayuntamiento de Zaragoza.