Recientemente realicé un par de entrevistas, a una profesional de la edición de textos y a un escritor, ambos aragoneses, ambos de Zaragoza, ambos con una labor humanista desde su posición laboral y vocacional.

Es difícil sustraerse a la actualidad, a menudo la búsqueda de refugios nos devuelve de golpe a la realidad cuando menos lo pensamos dentro de nuestras rutinas y cotidaneidad.

Mis dos entrevistados me regalaron dos frases de nivel que deseo compartir de nuevo con mis lectores de HOY ARAGÓN porque permiten una seria reflexión a colación de la postverdad y de su antídoto: la Educación.


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Él me dijo aquello de que leer nos hace más libres, sí, leer, lo que sea, lo más variado que sea, del color que sea, todo vale porque todo ayuda a sentar criterio, comparar, saber lo que opinan unos y otros, tirar de hemeroteca, informarse en varias fuentes, todo ello debería ser parte del programa educativo de cualquier individuo, yo iría más allá y hablaría de responsabilidad individual y de practicidad, simplemente para que no te den gato por liebre y no te vendan duros a cuatro pesetas….

«La Educación no es ni ha sido nunca una prioridad»

Ella, algo más poética e introspectiva, me regaló una frase de esas que se te pegan a la retina y al oído…las palabras no se las lleva el viento cuando se visten de letras…ósea cuando se escriben…porque ahí quedan y vuelven…

En un país en la que talentos y talantes así abundan, doy fe, me encuentro con ellos todos los días, cuesta digerir y admitir que campen por su fueros, rumores que crecen hasta convertirse en noticias a las que damos credibilidad, otorgamos interés y tiempo de atención y en un ejercicio de inconsciente valentía, ayudamos a difundir con el ánimo de que nadie se escape de enterarse.

No me negarán que este país de las maravillas es ahora terreno abonado para que encuentren su lugar porque la Educación no es ni ha sido nunca una prioridad en el devenir político en alternancia.

Un tema tan importante nunca ha alcanzado la categoría de tema de Estado, cada gobierno ha hecho y deshecho leyes y ha convertido en moneda de cambio la plasticidad de nuestros cerebros, recortando y minusvalorando aquello que precisamente nos hace menos manipulables.

Y por lo tanto más libres, más cultos, más preparados, más flexibles, menos irascibles, gentes de sumar y multiplicar, nunca de restar y mucho menos dividir…gentes que hacen del fake news no news.