Las personas pasamos por diferentes momentos vitales a lo largo de nuestra vida. Entramos en el mercado laboral, adquirimos nuestra primera vivienda, etc., pero nuestra vida cambia de verdad cuando empezamos a tener hijos.

En ese momento nuestra escala de prioridades evoluciona, de forma que nosotros pasamos a un segundo plano y ellos se convierten en lo primordial de nuestras vidas, queremos lo mejor para ellos. Cuando hablamos de lo mejor también nos referimos a la educación, ya que es parte fundamental de la vida de una persona.


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Es importante entender que nuestros hijos, aunque se eduquen en un entorno local, van a competir en el futuro de una manera más global que nosotros, que las generaciones anteriores. Esto significa que cada vez será más necesario tener una formación más amplia y que nos ayude a posicionarnos mejor en el mercado laboral, tener una carrera y un máster, saber idiomas, será cada vez aptitudes más importantes.

No obstante, costear la educación de nuestros hijos es un esfuerzo grande que conviene planificar con tiempo y sin perder de vista otros objetivos vitales que tenemos, como nuestra jubilación. Para tener éxito en estos objetivos, es importante entender que el tiempo y los mercados financieros son dos grandes aliados en la planificación financiera.

¿Cuánto cuesta realmente la educación de nuestros hijos? ¿Cuánto tenemos que ahorrar para pagarla sin poner en riesgo el resto de metas personales que tenemos? ¿Qué parte de nuestro patrimonio podemos destinar a este objetivo? ¿Cómo invertimos ese dinero?

¿Cuánto tenemos que ahorrar para pagar la educación de nuestros hijos sin poner en riesgo el resto de metas personales que tenemos?

Pongamos un ejemplo, supongamos una pareja, Carlos y Marta, que tiene tres hijos (Sofía de 6 años, Javier de 3 y Lucía de 1). Esta pareja quiere enviar a los tres a una universidad privada, lo que supondrá un coste de 12.000 euros por hijo y año entre los 18 y los 22 años. Teniendo en cuenta una inflación anual del 2%, el coste total sería de 255.704 euros.

Una vez determinado el coste, lo siguiente que deben hacer Carlos y Marta es calcular el ahorro necesario para alcanzar dicho objetivo. El esfuerzo de ahorro varía en función de la rentabilidad que aspiren a conseguir con las inversiones.


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Si suponemos un objetivo de rentabilidad de inflación + 2% (es decir, una cartera que nos proporcione una rentabilidad anual del 4%), tendríamos que ahorrar 7.340 euros anuales (611euros/mes). En caso de que Carlos y Marta ya tuvieron algo de ahorro previo, el coste se disminuiría considerablemente.

Como vemos con este ejemplo, la planificación financiera es importante a la hora de tomar decisiones. ¿Cuánto tenemos que ahorrar cada año? ¿Alcanzaremos nuestra meta? Tener claro nuestros objetivos nos ayudará a conocer el camino que tenemos que seguir para alcanzarlos, nos será muy útil para poder tomar las correctas decisiones de ahorro e inversión a lo largo de nuestra vida.

*Álvaro Lana es director de Abante en Zaragoza