Perros encerrados, algunos durante toda su vida, en cheniles fríos y húmedos, sin ni siquiera una cubierta apropiada en algunos casos; casi doscientos animales que se ven obligados a compartir habitáculos en unas infraestructuras obsoletas, donde los niveles de ansiedad y estrés son tan elevados que propician salvajes ataques entre ellos (todas las semanas asistimos a la hospitalización de varios de ellos).

Podríamos hablar durante tiempo de las graves carencias del Centro Municipal de Protección Animal, pero lo que nos llena a todos de indignación es la noticia aparecida en los medios de comunicación del cierre de la Oficina (OMPA).


Publicidad


Los motivos que el concejal de Servicios Públicos y Personal, Alberto Cubero esgrime son la falta de personal. Efectivamente, sí, al frente había pocas personas, ahora menos: las responsables han desaparecido.

Una de ellas alega que está muy cansada y la misma directora de dicha oficina lleva de vacaciones desde el mes de agosto, esperando que llegue su jubilación en febrero del 2019…

Las preguntas que nos hacemos los ciudadanos son muchas:

1. ¿Cómo se puede hablar de falta de personal cuando desde la Oficina se hace un pago de 18.000 euros, ni más ni menos, a una empresa fuera de nuestra comunidad (Cantabria), para realizar trabajos que se supone que realizan nuestros voluntarios?; ¿no se podría haber utilizado ese dinero para realizar algún contrato? (Este es sólo uno de los tantos ejemplos de la gestión de esta oficina que cualquier ciudadano puede consultar en la página del ayuntamiento).

2. Con la excusa de que no hay personal, se dice que se va a trasladar la oficina al mismo CMPA. Estamos hablando de un lugar a varios kilómetros de Peñaflor, al que se accede de manera dificultosa a través de caminos de piedras, sin transporte público. No nos engañemos, el ciudadano que quiera interponer una denuncia, o recabar información lo va a tener muy difícil.


Publicidad


El traslado supone la supresión de facto de una Oficina de Protección Animal necesaria en cualquier ciudad. Aunque, para ser exactos, la labor que se hace en la Oficina desde hace mucho tiempo es ineficiente: la atención telefónica es casi inexistente; no se quieren hacer desde hace meses los llamados “cursos” para  “capacitar” a voluntarios; los trámites médicos por accidentes se ralentizan; se obstaculiza, inexplicablemente, la distribución de donaciones de pienso, etc.

Llevamos ya demasiado tiempo pidiendo que se ponga freno a tanto despropósito. Se ha apelado al alcalde de Zaragoza, a todos los grupos parlamentarios. Por último, se han llevado varias denuncias a los tribunales, como han dejado constancia los medios de comunicación.

Sólo nos queda esperar que las Salas 2 y 10 de nuestros juzgados resuelvan todos los casos y den respuesta a tantas cuestiones denunciadas.

A algunos responsables se les olvida que estamos trabajando con seres vivos, seres sintientes que sufren y padecen la soledad y el miedo como cualquiera.

No podemos esperar más, la OMPA y el CMPA precisan entre sus responsables de personas verdaderamente comprometidos con los animales.

*Beatriz Casorrán Torres es voluntaria del Centro de Protección Animal (CMPA)