El número de negocios que superan el millón de euros en su primer año de vida cada vez es mayor. Una estadística que ha crecido gracias a las llamadas startups, un tipo de empresa que muchos creen enfocada solo a «frikis informáticos que quieren imitar a las de Silicon Valley», y cuya definición legal está ahora mismo mascándose.

Las startups suelen ampararse bajo la denominación de Sociedad Limitada, una forma jurídica fácil y rápida de crear (al menos el Gobierno se jacta de ello), aunque el convertir parte del proceso a digital no frena el rechazo de muchos de la burocracia que lo rodea o el entendimiento jurídico necesario para no meter la pata.


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Aunque siempre se puedan contratar servicios externos para olvidarte de los molestos papeleos de inicio y trimestrales, el problema de las startups es que bajo su definición se ampara la capacidad de crecimiento exponencial gracias, sobre todo, a la tecnología.

Es decir, son esas que engordan las cifras de inversiones o exits millonarios, y aunque sólo brillan las noticias en las que está la palabra “millones” escrito en el titular, la realidad es que los inicios de una startups son durísimos y llenos de incertidumbre.

De ahí que en los últimos años se ha luchado muchísimo por llevar a este tipo de empresas a un marco económico y jurídico diferente al resto de sociedades por muchos motivos. De ahí que el Gobierno haya lanzado una consulta para que todos opinemos, y es el momento de hacerlo.

«La realidad es que los inicios de una startups son durísimos y llenos de incertidumbre»

Como citan en su consulta, «ha de tenerse en cuenta que encontrar un modelo de negocio innovador, global y exitoso en una startup es un proceso iterativo y arriesgado, que precisa condiciones de atracción de financiación y de talento particulares«.

Y es que a los inversores de startups (entre los que se engloban los populares business angels) no les atrae nada las “ventajas” fiscales que se ofrecen ahora mismo, tanto en la entrada de capital, como en la salida del mismo.

Y ya que estamos en un conjunto europeo, España se debe poner las pilas para estar a la altura de Francia o Inglaterra, donde emprender y encontrar financiación es muchísimo más rentable y enriquecedor para el país.

Para colmo, a los inversores extranjeros no se les pinta el camino fácil (necesitan sacarse el NIE, o número de identidad de Extranjero) cuando debería de existir un trámite rápido y online.

Esos business angels que tanto apuestan por ideas locas apenas se pueden deducir su inversión (un tope de 10.000 euros solamente), con lo que tampoco les atrae el hecho de diversificar sus pequeños fondos en muchas startups (como se debería de hacer) y apenas son capaces de vislumbrar si les es rentable o no el jugar en este nuevo mercado.


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Y por fin se ve luz al final del túnel. El Gobierno ha sacado a consulta pública para que todos los emprendedores e inversores puedan dar voz y voto a cómo definir legalmente una startup, cómo dibujar el marco legal de las inversiones y cómo, sobre todo, favorecer este nuevo mercado en nuestro país, para que no nos quedemos a la cabeza de Europa, porque talento (lo sabemos) hay de sobra.

La consulta termina el próximo 25 de enero en la web del Ministerio de Economía y Empresa titulada como “Anteproyecto de Ley de fomento del ecosistema de Startups”.

Iniciativas privadas como la de Red de Business Angels de Aragón (Araban) y gracias a la colaboración de Impact Hub Zaragoza, están promoviendo charlas y coloquios públicos con el fin de ayudar al ecosistema a enterarse de la oportunidad de sumar en la construcción de la nueva Ley que, esperemos, de un empujón al país como potencia de talento en el nuevo mundo digital.

*Alex Dantart es fundador de Araban e inversor en más de 30 startups