Estamos en época de exámenes, hay asignaturas en algunos centros que casi se puede adivinar el porcentaje de aprobados. Cuando en una asignatura un profesor aprueba solo al 40% , cuando en su clases hay repetidores, algo sucede. Cuando los alumnos tienen que buscar clases particulares para poder entender la asignatura y aprobar, algo pasa.

Se habla mucho de fracaso escolar y del bajo nivel de los alumnos. También se dice que antes sabían más y estudiaban mejor, que ahora se distraen con todo, que muestran poco interés, que van al mínimo esfuerzo, que las familias son poco exigentes con sus hijos.


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Por otro lado, también se le echa la culpa al sistema educativo, a las nuevas leyes y sus reformas. Todos tienen parte de razón, pero sea quien sea el culpable, el que en realidad sale siempre perdiendo es el alumno y con él, el resto de compañeros y en definitiva la futura sociedad que cada vez tiene un nivel cultural más bajo.

Pero en todo esto, el profesor: ¿qué parte de culpa tiene?

Ser profesor siempre se ha dicho que es una profesión vocacional y si no es así, la verdad es que es muy difícil ejercerla bien. Un buen profesor o maestro debe sacar lo mejor de cada uno de sus alumnos, debe saber guiarlos en el camino de su aprendizaje, dándoles estrategias, conocimientos, herramientas para alcanzar los objetivos propuestos, debe saber motivar a sus alumnos, pero el primer motivado e ilusionado por lo que enseña debe ser él, el profesor.

Algunos se excusan en que vienen con un nivel muy bajo, que tienen muchos alumnos, muchos trabajos y exámenes que corregir.

¿Se imaginan que un médico dijese lo mismo y solo atendiera a la mitad? Un profesor brillante no es aquel que da clases magistrales solo para aquellos alumnos que le siguen y para lucirse, sino aquel que consigue que todos sus alumnos brillen, sean de 3 años, primaria, secundaria o universitarios, tenga 15 alumnos o 100.


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Ahí está el verdadero reto del profesor, ahí está su grandeza, conseguir lo mejor de cada uno, de todos sus alumnos, no de unos pocos, conseguir que todos aprueben y alcancen los objetivos, buscar nuevos recursos para aquellos que no llegan aunque ello suponga más trabajo.

La labor de un profesor va más allá de explicar una asignatura y poner en examen. 

Todos recordamos a ese profesor, que hizo que nos encantase su asignatura y aprendiésemos con ganas y motivación y por el contrario a penas recordamos el nombre de algún otro por lo poco que nos gustó y que pasó sin dejar huella en nuestras vidas. Qué importante es tener un buen profesor y cuánto puede ayudar a un alumno.

¿Quién suspende, el alumno o el profesor? Cuando hay un suspenso ambas partes deberían revisar en que han fallado, que parte de culpa tiene cada uno, buscar soluciones y ponerse las pilas, ya que ambos se complementan y se necesitan, pero si en vez de un suspenso, son varios los alumnos que suspenden la misma asignatura algo está pasando.


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La sociedad está cambiando, debemos adaptarnos y juntos profesores, alumnos y familias trabajar en la misma línea buscando siempre en beneficio del alumno ayudarle a sacar lo mejor de sí mismo, con esfuerzo, constancia y empatía. 

¡Suerte a todos, profesores y alumnos en los exámenes! Que el esfuerzo de ambos se vea reflejado en los resultados. 

*Cristina Gil Gil es autora del libro La profe responde y del blog Ideas para crear y disfrutar