En el mundo de la empresa familiar, muchas veces los grupos de sociedades van creciendo de forma un tanto anárquica, configurándose su estructura mercantil de manera improvisada, a medida que va surgiendo la oportunidad o necesidad concreta.

Ello puede implicar diversos riesgos y/o ineficiencias tributarias y mercantiles y, por ende, patrimoniales, tanto para las sociedades, como para sus socios últimos, personas físicas.


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A modo de ejemplo, es bastante común que, dentro de una misma sociedad, co-existan varios negocios o actividades claramente diferenciadas, asumiéndose el riesgo de que una actividad no rentable afecte patrimonialmente a la otra.

También suele suceder frecuentemente que los activos inmobiliarios se encuentren dispersos entre diferentes sociedades del grupo, en unos casos afectos a una actividad económica concreta y en otros como forma de materialización de las reservas acumuladas pero sin ninguna afección a ninguna actividad económica desde el punto de vista tributario, ni productiva ni inmobiliaria.

En muchas ocasiones la estructura societaria existente en el grupo provoca también que el potencial reparto de liquidez a los socios vía dividendos genere una doble imposición (IS + IRPF), y/o que los socios últimos (los empresarios) no puedan optar, en su caso, a la exención en el Impuesto sobre el Patrimonio y por tanto, a una bonificación en el Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones.

Asimismo, una estructura societaria ineficiente puede ocasionar una tributación especialmente gravosa (tanto en las sociedades implicadas, como en sus socios últimos, personas físicas) en casos como una potencial entrada de nuevos socios (financieros o industriales), la transmisión de alguno de los negocios existentes en el grupo, el inicio de nuevas ramas de negocio, la financiación del grupo empresarial o la diversificación de las actividades.

¿Se puede optimizar económicamente la estructura de un grupo de sociedades?

A pesar de que el día a día de la empresa no suele dejar mucho tiempo al empresario, en un momento dado, es muy conveniente parar y realizar una importante reflexión sobre la idoneidad de su estructura societaria, tanto teniendo en cuenta la situación actual como las expectativas del empresario a medio y largo plazo, esto es, ¿hacia dónde se dirige su grupo de sociedades?, ¿va a generar nuevas actividades y diversificar más?, ¿puede ser que en el futuro venda algunas o todas sus empresas?, ¿se está realizando en el grupo una gestión operativa y financiera, y por ende, fiscal, adecuada?   


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Para saber y concluir si es posible esta optimización de la estructura empresarial, es necesaria la realización, por parte de especialistas fiscales y mercantiles, de un específico análisis de la situación actual del grupo empresarial en cuestión, y teniendo también especialmente en cuenta el potencial crecimiento futuro y objetivos de desarrollo del grupo empresarial, creación de posibles nuevas compañías, reinversión de los beneficios, sucesión empresarial, etc.

Junto con la conclusión en relación con cuál es la estructura societaria final óptima, es igualmente importante y decisivo encontrar el procedimiento mercantil idóneo para llegar a esa estructura final desde la situación actual, de acuerdo con la normativa vigente y aún más importante, que esta reestructuración genere el menor impacto tributario.

Un adecuado conocimiento de la normativa mercantil y fiscal, y la elección y utilización de las herramientas/soluciones que la misma ofrece (fusiones, escisiones, filializaciones, canjes de valores, creación de sociedades holding y/o inmobiliarias, etc.), puede ayudar a lograr esa estructura objetivo idónea del grupo de sociedades.

Asimismo, es muy importante analizar y determinar si ese hipotético proceso de reestructuración puede acogerse a regímenes fiscales que favorezcan o al menos no graven especialmente este cambio.


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En conclusión, en muchas ocasiones, sí puede lograrse una importante optimización fiscal y mercantil, y, por ende, económica, de un grupo de sociedades, así como una notoria mejora de la fiscalidad de los socios últimos personas físicas (los empresarios). 

*Los asesores fiscales y mercantiles de Pargada Abogados son especialistas en el análisis y posterior ejecución de potenciales optimizaciones económicas de grupos de sociedades.