«Cuando apruebes, tienes bicicleta. Es el acuerdo a que llegamos ¿no?», decía D. Luis a su hijo.

«Sí, pero yo no me había dado cuenta de lo del verano. Las bicicletas son para el verano», protestaba un apurado Luisito

«Y los aprobados son para la primavera», le reconvenía el padre.


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Sí, ya sé que en esta escena de la obra de F. Fernán Gómez decían verano y no vegano, pero hoy todo se cambia, se “perfila” y, si encima es para mayor postureo se perdona y asimila.

Todos quieren representar un tópico: el feminismo, la igualdad, la defensa de los animales, la ecología…como si solo ellos quisiesen esos objetivos. Y así, a este paso, parece que las bicicletas quedarán para veganos.

Y es que cuando hay poco que ofrecer se recurre a la cosmética, al empaquetado de eslóganes y a los grandes mantras, a lo que Pardo Llama la «estetización de la política» (Estudios del malestar. Políticas de autenticidad en las sociedades contemporáneas, Anagrama, 2016), que consiste en reducir la política a sus componentes sensibles o afectivos, en detrimento de su ingrediente intelectual o discursivo.

Y esos ingredientes emocionales sobresaltados conducen a muchos líderes a una exaltación constante con la que mantener la tensión en el electorado.

Muñoz Alonso (en Tocqueville y los riesgos de las democracias, FAES, 2007) también nos alerta de la «ultramediatización» y la «ultrapersonalización» de la política, que llevan a muchos políticos a pensar casi en exclusiva en la repercusión mediática de sus posiciones (en lo políticamente correcto) o en los sondeos de opinión, tantas veces manipulados o malinterpretados, lo que conduce a la trivialización del discurso político y somete a la vida política a las reglas del star system y la telegenia.

Los debates han sido un buen ejemplo de ello y quizá mañana dejemos paso a la emoción, pero hoy se invita a la reflexión.

Como la dicha de un pueblo depende de ser bien gobernado, la elección de sus gobernantes pide una reflexión profunda, decía Joubert hace dos siglos.

Por ello, hoy es un buen día para pensar en estas cuestiones, para pararse, observar con detenimiento, e intentar comprender bien los problemas y las soluciones, superar tópicos y no distraernos con afectados discursos y pompas de jabón.


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Es día para discernir qué candidatos pueden lograr resultados y cuales se quedan en bellas intenciones, y pensar, en definitiva, qué España queremos ver dentro de cuatro años y qué equipo puede conseguirlo. 

Hoy es jornada de reflexión, mañana de elección y, como dice Sabina, emociones fuertes buscarlas en otra canción.