En la biblioteca reluciente de un amigo viajero, encima de una mesa redonda de finísimo acabado, observo un tablero poco ortodoxo, un ajedrez exagonal.

Pienso en las extravagancias de algún artista cubista o futurista, pienso en las curiosidades inútiles que acumulan algunos adinerados, me viene a la mente cualquier cosa menos la genialidad de proponer el viejo sueño del juego de ajedrez para tres personas.


Publicidad


En casi todas las partidas hay un testigo que no puede hacer nada y se limita a comentar sin poder tocar ni una sola ficha.

Mi curiosidad va in crescendo y al informarme obtengo respuestas dispares, nebulosas, poco certeras, “se trata de un regalo, creo que es croata o de algún lugar del Este europeo”.  Otros dicen que fue un canadiense quien lo diseñó, las teorías se van formulando pero a cada respuesta obtenida se agregan muchas más preguntas en mi cabeza.

Finalmente se revela el misterio, es el tablero de un juego de mesa llamado por su creador AJETRES, o, AJE3, el invento de un peruano que lo patentó en el año 1987, se trata del ingeniero Miguel Angel Hadzich Marín, docente universitario con una serie de premios por su labor ecológica y agraria. Polifacético, sus intereses oscilan entre la narrativa, la ecología y la termodinámica en ingeniería.

Jugar ajedrez entre tres personas se convierte en una gran metáfora política, tenemos tres bandos: los blancos, los rojos y los negros que representan las tres agrupaciones que se dan en cada lucha por el poder: quienes quieren que el status quo se mantenga, quienes pretenden un cambio progresivo y el tercer bando que optaría por una transformación radical.


Publicidad


Las fichas son las mismas que se usan en el ajedrez tradicional, cada uno tiene dieciséis fichas, los movimientos son los mismos, varían ligeramente para adaptarse a la configuración del nuevo tablero pero el juego merece mayor destreza y capacidad de abstracción por las estrategias de alianza y defensa que se van desarrollando implícitamente durante la partida.

En una de éstas todo resulta mucho más interesante y complicado porque las posibilidades de juego son mayores. Siendo tres los ajedrecistas todo resulta más impredecible, antes de volver a tu turno son dos las personas que mueven las fichas, tener una lectura del tablero se hace un ejercicio de abstración mucho más hermético.

Es una partida doblemente imprevisible. Viendo los escaques de cuadriláteros irregulares y observando la presentación del tablero uno se siente dentro de un caleidoscopio. El desenlace es sorprendente ya que tu aliado de un momento a otro pasa a ser tu enemigo justo en el momento que uno de los tres reyes cae.

El ajedrez nunca deja de impresionarnos, su relación con las matemáticas, la filosofía y la lucha através del movimiento y la estrategia nos demuestra que todavía se pueden redescubrir los juegos por más antiguos que éstos sean, proponer desafíos nuevos a los jugadores de hoy en día, como un bono sin deposito casino.