En Argentina hay seis círculos de Aragón, denominados Unión Aragonesa de Mendoza, Córdoba, Rosario, La Plata, Mar del Plata y Buenos Aires, el cual fue inaugurado por  Agustín Blanc entorno al 1915.

Estos círculos acogieron a un buen número de aragoneses que, según el Centro de Estudios Migratorios Latinoamericanos, en su mayoría procedían del Alto Aragón o de la zona de las Cinco Villas. Ahora quedarán unos 3.000 descendientes directos, de los primeros emigrantes, supervivientes, escasos; en concreto, en el Círculo de Aragón de Buenos Aires, quedan unos 5 que rondan los 100.


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Su presidente actual, Fernando Hermida, nieto del fundador, cuenta que su abuelo emigró desde Murillo de Gállego y, pese a que él nació aquí y toda su descendencia también, conservan aún familia en Zaragoza y de vez en cuando vienen a visitarla.

A sus 52 años, sigue presidiendo Casa Aragón en Buenos Aires porque es una manera de mantener el vínculo, y lo hacen con dedicación, no en vano continúan manteniendo el grupo folclórico que enseña jotas a las generaciones más jóvenes y participan en festivales de aquí y de allá mostrando sus artes joteras al mundo.

Los vínculos de Aragón con Buenos Aires empiezan por la Basílica de Nuestra Señora del Pilar, radicada en el barrio de Recoleta desde 1734, junto al famosísimo cementerio, probablemente la ciudad de los muertos más bonita del mundo.

La Basílica de Nuestra Señora del Pilar en Buenos Aires / Turismo Buenos Aires

Fernando Hermida revela que no está hermandada con nuestra Basílica, ni las vírgenes tampoco. Porque curiosamente hay dos: “una en el altar, muy barroca; y otra que está adentro y fue donada por el Cabildo metropolitano de Zaragoza alrededor de 1994”.

Hasta allá que se fue invitada la Comitiva de Casa Aragón, no en vano, “en el momento en que la entronizaron estuvimos con el grupo y cantando y bailando”. En realidad, los aragoneses no acuden a esta Basílica más que a cualquier otra, su nombre y vínculo con nuestra región básicamente se limita al hecho de que el mecenas que compró los terrenos del antiguo convento de los Franciscanos Recoletos era el aragonés Juan de Narbona.


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Otros aragoneses que han pasado por Argentina son “Pablo Serrano, que vivió una década en Rosario; el escritor Javier Barreiro, miembro de la Academia del Lunfardo, la jerga del tango, en el que está especializado, de hecho, tiene publicados seis libros sobre Gardel… Otro autor amante de Argentina es José Luis Melero… Y también vino por acá Carmen París, que actuó en la librería-bar Clásica y Moderna y fuimos a verla porque nos encanta”.

Cuando vienen amigos de visita, Fernando Hermida y su familia los llevan “a ver tangos al Homero Manzi, un café tanguero que homenajea al autor del tango Sur”. También está bien la Milonga La Viruta. Y los sacan de paseo por el archiconocido Palermo, por ser el barrio en el que nos situamos, al precioso parque 3 de Febrero, especialmente a la parte del Rosedal, que es preciosa; al Jardín Japonés, que parece que estás en Japón de repente…”

Aidé, octogenaria y una de las asociadas más enamoradas de nuestra región, nos cuenta que sus padres eran del mismo pueblo, de Lécera, “y nos transmitieron además el desarraigo, la añoranza, la familia, las cartas que demoraban tanto tiempo ida y vuelta… Yo soy aragonesa y la jota para mí es himno. Me sé toda la jota y vivo aquello, vivo el pueblo, la peña, ir de romería. No es que vaya mucho, estuve 30 años sin ir, pero después del 2006 hasta ahora he ido cinco veces”.

LA GASTRONOMÍA

Su sobrina, de 57 años, también va con su familia a visitar Zaragoza, y nos recomienda restaurantes como La Hormiga y Las Cabras, una parrilla muy popular, del mismo dueño que  Las Cholas, Las Cholitas y La Clotilde.

Por comparar niveles, el Don Julio también le encanta, y damos ambas fe de que, aunque tengas que esperar 2 horas de fila, con el cava que te van sirviendo gratis para que se te haga ameno merecerá la pena con tal de comerte la carne a la parrilla de extraordinaria calidad… maridada con cualquiera de las cientos de referencias de vinos que decoran sus paredes. Espectacular.

También son recomendables las carnes de La Cabrera, aunque a la sobrina de Fernando le parece demasiado caro, pero la crítica la califica de intachable y exquisito, desde los acompañamientos hasta los helados caseros.

Así como es imperdible el rack de ojo de bife de Lo de Jesús, colindante a la Malbequería, donde las degustaciones de vino por copa son para alucinar con todas las zonas viticultoras del país. La más conocida es Mendoza, cuyas rutas hay que conocer, bodega por bodega, con el Bus Vinitícola, para no tener que conducir.

Para compensar los excesos de proteína y vino, el restaurante Buenos Aires Verde con su filosofía eco y biológica.


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A las recomendaciones se une el hermano de Fernando, recién llegado de Madrid, donde habita, aunque viene todos los años y se conoce los gustos de los españoles cuando viajan.

Empieza por las pizzas del Guerrín (ojo al riesgo de empacho) y la pasta casera de La Baita y La Bistecca. En Puerto Madero, frecuenta Siga la vaca y Estilo Campo; en cambio otra apuesta es el Chila, que va para Estrella Michelín en cuanto les dé por otorgarlas en Argentina y reconocerla como la Capital Gastronómica que ya es, basta un paseo por sus mercados recuperados, como el de Belgrano, Bonpland y San Nicolás, donde dan hasta talleres y asesoramiento nutricional para los ciudadanos.

Para pasear, la Avenida Libertador, que es preciosa, con toda esa sucesión de parques kilométricos maravillosos. Y de noche, la Avenida Corrientes, porque “vas a las 4 de la madrugada y te vas a meter en un bar o en un boliche (pub nocturno), y podés comer lo mejor que se te ocurra en varios de los restaurantes”. No por nada le llaman Buenos Aires, la ciudad que nunca duerme.

Aparte, Fernando Hermida aconseja perderse por sus librerías y teatros de más de 50 años.

Destaca, entre todos los teatros bonaerenses, el Gran Rex, El Ópera, El Nacional, el Liceo, el Avenida de Mayo, El Maipo y, ante todo, El Colón, “no se puede dejar de hacer una visita guiada al Colón y un espectáculo, de quien sea”. La Orquesta Filarmónica de Buenos Aires  es un acto que provoca el lloro de la emoción. También resalta la Avenida de Mayo, con sus aluncinantes edificios como el Palacio Bartolo, sus cafés modernistas tipo Tortoni o los 36 Billares, las librerías de viejo…


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En San Telmo, además del famoso mercado de los domingos, cuyos artesanos ocupan con sus puestos todo el barrio, más allá de la plaza Dorrego, “tiene unos paisajes preciosos, y el mercado, no sólo de antigüedades sino también gastronómico”, donde insto encarecidamente a recalar en el Nilson Une para tomar un vino al paso, de la profusa selección de Samantha, su sommelier, de todas las variedades y zonas vinitícolas de Argentina, con sus picadas de quesos, aunque la de la vinatería Hache Almacén, en Palermo Hollywood, con embutidos patrios es sensacional.

Volviendo a los barrios populares, La Boca y Caminito (con todo su arte callejero) son un deber, claro, y nuestro argento-madrileño recomienda, a pesar de ser del River, visitar el estadio de La Bombonera, que realiza visitas guiadas para hacerse una idea lo que tiene que acojonar al equipo rival tener a la afición de Boca Juniors haciendo vibrar las gradas a berridos y saltos.

El barrio porteño de La Boca mantiene una esencia única de Buenos Aires / Getty Images

Enfrente justo está el restaurante Don Carlos, que lleva décadas triunfando con la Fórmula, es decir, te va sirviendo lo que les da la gana cocinar a su mujer y a su hija, la estupenda chef Gabriela Zinola, hasta que no puedas más.

Tan sencillo como quemarlo caminando hasta la Usina del Arte, la antigua central eléctrica que ha sido reconvertida en increíble Centro Cultural con auditorio y todo, colindante al Museo del Cine argentino, mejor apuesta cultural imposible, bueno, igual la del Centro Cultural Recoleta. Y es un deber acudir una noche al Microteatro a disfrutar de sus obras de 15 minutos y tomar algo entre una y otra, a cuál más hilarante.


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La aragonesa Raquel Monzón presta atención también al bienestar y la salud, a la necesidad de dejarse mimar en vacaciones, y dice que no hay mejor lugar que el Espacio Oxivital, un spa en pleno Palermo Soho con solarium, piscina y tratamientos fantásticos que permite conocer por dentro una típica mansión con patio andalusí, muestra de los buenos tiempos del Buenos Aires más cosmopolita. Ese que sigue vivo y recuperando todo su patrimonio con inagotable creatividad y belleza.

LAS AFUERAS DE BUENOS AIRES

Fuera de Buenos Aires, Fernando Hermida lleva a sus visitantes a Tigre, una zona preciosa de la costanera Sur, a 30km, conformada por islas entre las que se puede navegar con las lanchas interisleñas o con los catamaranes de agencias como Sturla, que te acerca incluso desde Puerto Madero navegando por el río de la Plata, el más ancho del mundo, hasta adentrarse en el Río Tigre y realizar su recorrido de los Cinco Ríos.

Es casi obligatorio acercarse a pasear por el Nordelta, en cuyo laguito repleto de yates está haciendo milagritos en la cocina del Viken el chef Branly Coy, un venezolano que ofrece también cenas privadas de gustos muy intensos y equilibrados con su proyecto Hygge.

Fernando Hermida considera que también hay que ir “a San Antonio de Areco, un pueblo de tradición gaucha a 100 km de Buenos Aires donde se festeja el 10 de noviembre, el aniversario del nacimiento de José Hernández, el escritor del popular libro Martín Fierro, el gaucho por excelencia… Es la fiesta de la tradición, ideal para quedarte en una estancia, asistir al manejo de las tropillas, comer asado auténtico…”