El catedrático y director del Centro de Encefalopatías y Enfermedades Transmisibles Emergentes de la Universidad de Zaragoza, Juan José Badiola, ha manifestado que la epidemia del coronavirus SARS-CoV-2 podría estar controlada en España entre mediados y finales de junio, «si las cosas se hacen bien».

Así se ha pronunciado durante la ponencia ‘La pandemia COVID-19′, primera sesión del ciclo de conferencias ‘Retos para el futuro’ organizado por Fundación Ibercaja, en formato digital.

Badiola ha sostenido que lograr controlar la enfermedad ha de realizarse la trazabilidad de todos los nuevos contagios con eficacia y cumplir con el aislamiento en los casos positivos.

El especialista ha incidido en que la vuelta a la normalidad ha de ser un proceso «gradual, no precipitado y reversible«, para estimar que en estos momentos «estamos en muy buena dirección».

Respecto a una posible segunda oleada del COVID-19 en el próximo otoño o invierno, ha esgrimido que «no es seguro que ocurra», pero «no se puede descartar» por la permanencia de reservorios en el país y la llegada de personas infectadas en otros lugares.

No obstante, ha indicado que si eso ocurriera, «será menos grave que la actual» por el «efecto barrera» de las personas inmunizadas. Badiola ha reconocido que se trata de una visión «optimista», que podría producirse «si el virus no muta» y «esperemos que eso no ocurra».

El catedrático de la Universidad de Zaragoza ha incidido en que «antes de final de año» podría haber «más de una vacuna» por la «carrera desenfrenada» que existe por obtenerla, con «hasta 70 grupos de investigación patrocinados y con el apoyo de Estados y empresas» con el objetivo de «ser los primeros» en lograrla.

A su entender, esta situación se debe al interés por ganar «prestigio» y también «por dinero» ya que quien primero la logre «va a disponer de una clientela mundial». En este sentido, ha estimado «complicado» que tanto la vacuna, como el tratamiento sean universales y se puedan generalizar.

El catedrático también ha explicado que el SARS-CoV-2 ha tenido una gran expansión porque «necesita infectar para sobrevivir» y, además, este tipo de coronavirus tiene una elevada capacidad de multiplicación. «Un solo virus puede generar miles de partículas virales y dar lugar a una infección masiva«, ha expuesto.

Por otra parte, ha dicho que este virus tiene «predilección» por el cubrimiento epitelial del aparato respiratorio, desde la fosa nasal al pulmón, a causa de que una de sus proteínas estructurales, la ‘S’, «tiene afinidad» con las células que cuentan en su receptor con la proteína ‘ACE2’, que permite la entrada del virus a la célula, de forma que hace de «cerradura» ante la «llave» que supone la proteína ‘S ‘del virus.

Lo que sí se ha confirmado, ha recordado Badiola, es que el COVID-19 afecta mas a las personas mayores, especialmente en la letalidad, y a quienes tienen patologías previas, como pueden ser diabetes, hipertensión y problemas vasculares.


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Al respecto, ha aportado el dato de que en las autopsias realizadas se ha detectado «un elevado número de trombos» por lo que «las alteraciones vasculares tienen un papel clave en el desarrollo grave de esta patología» y si estos trombos se producen en órganos vitales pueden producir la muerte.

En este sentido, Badiola se ha mostrado partidario de realizar más autopsias porque permitirán conocer mejor el comportamiento del virus y del COVID-19. «Se han hecho pocas», pero por razones de Salud Pública se podrían practicar más para conocer «la propia enfermedad y las secuelas que puede tener».

El catedrático ha explicado que la transmisión del SARS-CoV-2 se realiza a través de pequeñas gotas que la persona contaminadas se emite por la nariz y la boca y que pueden acceder al organismo sano a través de los orificios nasales, la boca y los ojos, gotas que pueden estar en suspensión en el aire unos minutos.

Por eso, ha recomendado el uso de mascarillas, especialmente en espacios cerrados, como comercios y transporte público, donde ya es obligatorio.

«Mientras dure la epidemia creo que es una buena medida», si bien ha apuntado que para pasear al aire libre no son tan necesarias porque «la posibilidad de contagio se reduce enormemente».