En el Palacio de los Reyes de Aragón, integrado dentro del Museo de Huesca, hay una estancia situada bajo el Salón del Trono al que se accede por unas escaleras. En esta sala, conocida como la Sala de la Campana, la leyenda sitúa una leyenda protagonizada por el rey de Aragón, Ramiro II El Monje, y en la que llama la atención la forma con la que el monarca acabó con la sublevación de los nobles levantiscos que desafiaban su poder.

Nada hacía prever que Ramiro, tercer hijo de Sancho Ramírez, y hermano de rey, pudiera reinar en Aragón. Pero el destino, y un testamento incomprensible que amenazaba con acabar con el reino, le hicieron subir al trono. En 1134 murió sin hijos el rey Alfonso I El Batallador, legando el reino a las órdenes militares. La nobleza y las ciudades aragonesas, ante la posibilidad de que el reino se diluyera, decidieron no cumplir el testamento, y nombraron rey de Aragón al hermano de Alfonso, Ramiro II El Monje, recién nombrado obispo de Roda.

Ramiro II El Monje

Ramiro II El Monje llegó al trono sin esperarlo / Museo del Prado

Pero los mismos nobles que habían encumbrado a Ramiro al trono, luego lo despreciaron, llenándose la corte de intrigas y de ataques. Los nobles guerreros no podían respetar ni obedecer a un rey monje que no manejaba las armas. La situación llegó a tal punto, que según cuenta la leyenda, recogida por primera vez en la Crónica de San Juan de la Peña, el rey de Aragón envío un mensaje a su antiguo maestro, Frotardo, el abad de Saint Pons de Thomières, para pedirle consejo.

El abad llevó al mensajero enviado por el rey de Aragón al huerto, y allí, en silencio, cortó unas coles. Concretamente, cortó aquellas que sobresalían sobre el resto, ordenándole al enviado que volviera a la corte, y contara al rey lo visto «Vete a mi señor el rey y dile lo que has visto, no te doy otra respuesta».

La campana de Huesca

Los hechos se desarrollaron según la leyenda en los sótanos del Palacio Real de Huesca / Turismo Hoya de Huesca

Y dicho y hecho. Ramiro II supo interpretar el mensaje, y convocó en Huesca a los principales nobles del reino, con la excusa de hacer una campana que se oyera en todo el reino. Ante esta peregrina idea, los nobles acudieron, mofándose de lo que se suponía que era un desvarío del monarca. Una vez allí, el rey Ramiro hizo entrar a los nobles rebeldes uno a uno en una sala, decapitándolos conforme iban accediendo a la misma.

La leyenda cuenta que una vez ejecutados los 15 nobles rebeldes, colocó sus cabezas en círculo, ubicando en el centro como badajo la cabeza del obispo de Jaca, uno de los principales impulsores de la revuelta contra el rey. Y a continuación, dejó entrar en la sala al resto de nobles convocados para atemorizarlos y que se sometieran a su poder definitivamente.

LA OBRA DE ALISAL

La leyenda de la Campana de Huesca fue plasmada en un cuadro en 1880 por el pintor José Casado del Alisal. Un cuadro que es propiedad del Museo del Prado, y que se exhibe en la actualidad en depósito en el Salón del Justicia del Ayuntamiento de Huesca.