Hubo un tiempo en que Zaragoza era conocida como la Florencia española. Durante el Renacimiento, el entramado urbano de la capital del Reino de Aragón estaba plagado de palacios que la nobleza y la alta burguesía habían levantado para mostrar su poder y la opulencia de una ciudad que se había convertido en un importante foco comercial. Edificios como la Lonja, el desaparecido palacio de la Diputación del Reino, el Monasterio de Santa Engracia, o las decenas de iglesias con sus altas torres embellecían a la capital aragonesa.


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Los palacios, en vías como el Coso, o en entorno de la Seo y de la calle Mayor, mostraban la riqueza de una ciudad orgullosa que estaba a la vanguardia del arte y la cultura en esos momentos de la historia en el que a Zaragoza se le conocía como ‘La Harta’, por la riqueza que mostraba. Pero lamentablemente, apenas quedan palacios de aquella época.

Aún quedan edificios como el palacio de los Condes de Sástago, el de los Condes de Morata, el palacio de los condes de Argillo, la casa palacio de los Torrero, el de Fuenclara, o el de la Real Maestranza. Una pequeña muestra de las decenas de palacios que salpicaban la ciudad en aquellos momentos. Hoy, os mostramos algunos de los palacios renacentistas que han desaparecido, y que forman ya del patrimonio perdido de la ciudad.


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PALACIO DE GABRIEL ZAPORTA

Palacios renacentistas desaparecidos en Zaragoza

El palacio de Gabriel Zaporta era uno de los más hermosos de Zaragoza / HA

Sin duda, el palacio de Gabriel Zaporta, banquero de Carlos V, es una de las grandes pérdidas patrimoniales que ha tenido esta ciudad. El palacio se situaba en la calle de San Jorge, y fue construido en estilo renacentista en 1550, siendo conocida como Casa de la Infanta porque allí residió María Teresa de Vallabriga, esposa del infante don Luis de Borbón. Tras su uso palaciego, el edificio tuvo varios usos, y tras un incendio no demasiado grave ocurrido en 1.894,  su propietario lo puso a la venta. Ya por entonces, hubo voces que pidieron que el palacio fuera destinado a Museo Provincial, pero fue como predicar en el desierto.

Finalmente, un anticuario parisino llamado Fernand Schultz compró el palacio, y se llevó el patio piedra a piedra hasta París, donde lo reconstruyó en el barrio de Voltaire.  Y allí estuvo hasta que en 1957, la entonces Caja de Ahorros de Zaragoza, Aragón y Rioja, actual Ibercaja, comprara el patio de la Infanta,  lo trajera a Zaragoza de nuevo, y quedara instalado de forma definitiva en 1980 en su sede central.

​PALACIO DE TORREFLORIDA

Palacios renacentistas Zaragoza

Palacio de Torreflorida se levantaba en la calle Mayor / HA

El palacio de Torreflorida se situaba en los actuales números 43-35 de la calle Mayor, y fue la residencia de los Condes de Torreflorida. El edificio, de estilo renacentista aragonés, tenía una fachada con miradores, una galería de arquillos y un alero volado de madera en estilo gótico mudéjar. Además, el palacio contaba con un patio interior con doce columnas y unos jardines orientados a la calle don Juan de Aragón, en los que destacaban varios surtidores que salían de unos brazos en los que lucían los escudos de la familia.

Esta fuente fue regalada por los herederos al Ayuntamiento de Zaragoza, si bien actualmente se desconoce su paradero. Sobre el palacio cayó una bomba durante la Guerra Civil Española, en 1938, lo que provocó el abandono definitivo del palacio. En 1942 fue derruido, y en su lugar, se construyeron cuatro fincas de viviendas.

PALACIO DE EZMIR

Palacios renacentistas de Zaragoza

El Palacio Ezmir, flanqueado por dos torreones, se abría al Ebro con un patio-jardín / HA

El palacio de Ezmir, o de los marqueses de Almonacid, se situaba en la calle del Sepulcro, y era uno de los palacios más impresionantes de la capital del reino.

Ocupaba una enorme extensión entre el paseo del Ebro, la calle del Conde Alperche, y si póstigo de paso. Y presentaba dos impresionantes torreos (visibles en la vista de Zaragoza de Wyngaerde), además de un patio jardín que se abría al Ebro, ideal para celebrar fiestas y recepciones.

El interior del palacio tampoco desmerecía las vistas del exterior, tal y como señaló el dibujante y viajero romántico Valentín Carderera a mediados del siglo XIX. El palacio fue derribado en los años 60 del siglo XX.


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PALACIO DE TORRELLAS

Palacios renacentistas desaparecidos

El palacio de Torrellas se situaba en el solar del Pasaje del Ciclón / HA

En el solar del actual edificio del Pasaje del Ciclón se levantaba uno de los palacios renacentistas zaragozanos más destacados: el palacio de Torrellas. Un bello palacio que fue derribado para abrir la calle Alfonso I y remodelar la manzana de casas situada frente a la plaza del Pilar. Este palacio, conocido también como del Comercio por alojar en sus bajos establecimientos de pequeños comerciantes, fue construido entre 1490 y 1500 por orden de Gabriel Sánchez, tesorero del rey Fernando El Católico.

El palacio contaba con un precioso patio, dotado con una profusa decoración, además de unas mazmorras (todavía conservadas en los bajos del Pasaje del Ciclón), en las que el Justicia Mayor de Aragón, don Juan de Lanuza, pasó sus últimas horas antes de ser ejecutado por las tropas castellanas enviadas por Felipe II para sofocar las alteraciones de Aragón de 1591. Parte de las techumbres de este palacio, ocultas y situadas en las últimas estancias que quedaban por derribar en 1971, se trasladaron al palacio de la Aljafería. Posteriormente, fueron adquiridas por el Ayuntamiento de Zaragoza, e instaladas en el palacio de Montemuzo, sede de la Hemeroteca Municipal.

CASA COLOMA

Palacios renacentistas desaparecidos en Zaragoza

La portada de Casa Coloma, situada en el Coso / HA

En el Coso, una de las vías en las que más palacios renacentistas se construyeron, se situaba desde 1539 la casa palacio de Juan Coloma, secretario del rey Fernando El Católico. El edifico fue proyectado por Juan de la Mica, y tenía la tipología típica de los palacios renacentistas aragoneses, siendo muy similar al cercano Palacio de los condes de Sástago.


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La fachada tenía una gran puerta de acceso en piedra con arco de medio punto, un alero volado en madera, y un gran patio central con escalera de acceso a los dos pisos superiores. El edificio será derribado a principios del siglo XX para construir el modernista Casino Mercantil y Agrícola, y en el interior del nuevo edificio, se instalaron tres artesonados que se salvaron del destruido palacio.