Zaragoza no se rinde. La reducirán a polvo: de sus históricas casas no quedará ladrillo sobre ladrillo; caerán sus cien templos; su suelo abrirase vomitando llamas; y lanzados al aire los cimientos, caerán las tejas al fondo de los pozos; pero entre los escombros y entre los muertos habrá siempre una lengua viva para decir que Zaragoza no se rinde. Así habla Benito Pérez Galdós en sus Episodios Nacionales sobre  la valentía de la capital aragonesa durante Los Sitios de Zaragoza.


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Unos Sitios que provocaron miles de muertos, además de las pérdidas materiales y arquitectónicas. De ser la Florencia española, los dos sitios dejaron una ciudad prácticamente arrasada, perdiendo la práctica totalidad de los grandes edificios que daban carácter a la ciudad.

Hoy queremos hacer algo de memoria, y descubrir algunos de esos edificios insustituibles que desaparecieron durante los combates, ( y también por la posterior falta de interés de la ciudad a la hora de recuperarlo) y que en caso de haber llegado a nuestros días, hubieran sido protagonistas de la escena urbana zaragozana.

EL PALACIO DE LA DIPUTACIÓN DEL REINO

Edificios desaparecidos durante los Sitios de Zaragoza

Vista de Zaragoza en 1647, por Juan Bautista del Mazo /HA

En Barcelona, o en Valencia, tienen sus respectivos Palacios de la Generalitat. En el caso aragonés, desapareció en parte bajo las bombas francesas. Y si estuviera todavía en pie, haría palidecer a sus homólogos valenciano y catalán por su belleza. El Palacio de la Diputación del Reino estaba situado en la actual Plaza de la Seo, en el lugar que hoy ocupan la Casa de la Iglesia.

Era un edificio monumental, espejo de nuestra identidad como Reino, levantado enfrente de la Seo, el lugar en el que eran coronados los Reyes de Aragón. Conocido como las Casas del Reino, el palacio fue construido en la primera mitad del siglo XV, a expensas de las generalidades del Reino de Aragón, y configuraba el centro del poder político, económico y religioso de Aragón, al estar enclavado entre el palacio de La Lonja, la catedral, y muy cerca de las Casas del Puente (que era la sede del concejo municipal).

El edificio no solo era la sede de la Diputación sino también del resto de las principales instituciones aragonesas, como el Justiciazgo, o las Cortes,  y de los principales depósitos del reino, como la armería, la librería o los diversos archivos.

El palacio constaba de tres plantas, articuladas en torno a un patio. En la planta superior, se hallaba el Salón de Cortes o Sala Real. Allí, había una estatua de alabastro de San Jorge y el dragón, mientras que las paredes estaban decoradas con retratos de los reyes aragoneses, pintados por Felipe Oriosto. También destacaba la techumbre mudéjar dorada, y bellamente adornada con figuras en relieve de leones, grifos o centauros. Sobre esta sala, el edificio se remataba con un tejado de rombos que daba personalidad al palacio.

En una sala contigua se reunía el Tribunal del Justicia de Aragón, y se sabe que también había retratos de distintos justicias. En el edificio también destacaba la capilla situada en la planta baja, con un increíble retablo de alabastro obra de Gil Morlanes y pinturas de Pablo Raviella.

El principio del fin del edificio comenzó cuando en 1809, cayó una bomba francesa sobre el palacio, comenzando un pavoroso incendio que se expandió con rapidez. Aún así, el edificio podría haber sido recuperado, pero la dejadez de las instituciones aragonesas y de la sociedad zaragozana de la época, hizo que los restos de las Casas del Reino se fueran deteriorando con el paso de los años, hasta que en 1830, el palacio fue cedido al Arzobispado de Zaragoza, quien construyó la actual Casa de la Iglesia.

MONASTERIO DE SANTA ENGRACIA

Edificios desaparecidos en Zaragoza

El Monasterio de Santa En gracia fue construido por orden de los Reyes Católicos / HA

Tras el Palacio de la Diputación, otro de los grandes edificios perdidos en Los Sitios fue el Real Monasterio de Santa Engracia. Un monasterio que se levantaba en un solar en el que se encontraba uno de los templos cristianos más antiguos de la ciudad, el monasterio de las Santas Masas (se mantuvo en activo incluso durante la dominación musulmana de la ciudad).

El monarca aragonés Juan II promovió una nueva edificación como muestra de agradecimiento a Santa Engracia por curar su casi ceguera, pero por problemas económicos, fue su hijo, Fernando El Católico, quien hizo posible la construcción del nuevo monasterio.

Un monasterio que fue volado por los franceses en la media noche del 13 de agosto de 1808. Y con esa voladura, desapareció gran parte del que fue uno de los edificios más grandiosos de la capital aragonesa en esos momento, además de obras de Berruguete, los sepulcros de figuras clave en la historia de Aragón, como Jerónimo Zurita o Jerónimo Blancas, las pinturas de Bayeu, una increíble colección de cuadros y esculturas, o una biblioteca con más de 2.000 volúmenes.

Por culpa de las minas francesas, también desapareció una parte del imponente claustro  gótico-mudéjar que levantó fray Martín Vasa con las increíbles esculturas de Alonso de Berruguete. Pero el resto, fue derribado entre 1836 y 1843 con permiso de las autoridades zaragozanas. De aquel magnífico edificio, joya del plateresco español, tan solo pervive la fachada en mármol y alabastro creada por Gil Morlanes, por fortuna, integrada en la fachada de la nueva basílica construida a finales del siglo XIX.

EL CONVENTO DE SAN FRANCISCO

Edificios desaparecidos Zaragoza

El convento de San Francisco se situaba en la actual Plaza de España / HA

El convento de San Francisco se situaba en la plaza de San Francisco, la actual plaza de España, ocupando el solar en el que hoy se levanta la Diputación Provincial. Este convento fue fundado en 1286, y tenía una iglesia gótica que fue acaba en el siglo XVI.

El convento fue volado por una mina francesa el 10 de febrero de 1809, quedando en pie el espectacular cimborrio, la torre mudéjar, el arco del trascoro, y un salón interior. Y con la destrucción del edificio, desapareció parte de la historia del Reino de Aragón, ya que se destruyeron  las tumbas medievales del infante D. Pedro hermano del rey Jaime II de Aragón, de la reina Teresa de Entenza, esposa de Alfonso IV, y  madre del rey Pedro IV, o de nobles como D. Bernardo de Cabrera, además del simbólico sepulcro de D. Juan de Lanuza último Justicia de Aragón.

En la explosión también desaparecieron la totalidad de los antiguos pasos de la Semana Santa de Zaragoza, con la excepción del Cristo de la Cama, que fue trasladado al Pilar tras ser rescatado de entre los escombros. Hoy, esta talla de Cristo yaciente puede verse en la iglesia de Santa Isabel.

Tras Los Sitios, el convento intentó sobrevivir, comenzando obras de reconstrucción. Hasta que llegó la desamortización de Mendizabal. Entonces, se reconvirtió en cuartel militar tirando paredes y capillas para acoger al regimiento de Gerona, alojado allí desde 1821. En 1827, compartían espacio Diputación y Milicia Nacional, y desde 1839, el viejo convento pasa a formar parte de la Diputación.

OTROS EDIFICIOS DESTRUIDOS EN LOS SITIOS

Además de los tres edificios que acabamos de mencionar, la ciudad quedó prácticamente reducida  a escombros. A la larga lista de lugares desaparecidos o que sufrieron ruina total el Seminario Conciliar, situado en las ‘Piedras del Coso’, o la Cruz del Coso. Esta cruz cubierta, edificada por Gil de Morlanes en 1532, y reedificada varias veces en los siglos siguientes, estaba situada en plaza de España, y fue objeto de los franceses al acabar el primer Sitio.

También desapareció el Convento de Predicadores (el más antiguo de la ciudad, y escenario de la celebración de varias Cortes de Aragón), el Hospital de Nuestra Señora de Gracia (bombardeado por los franceses pese a ser hospital, e incendiado por Palafox al final del primer Sitio), el Convento de San Agustín, o la Universidad de Zaragoza, cuyo patio de columnas fue reducido a escombros por una mina francesa.


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Incluso cuando los franceses se retiraban ya de la ciudad al finalizar la ocupación francesa, en su huida volaron el último arco del Puente de Piedra, siendo reconstruido con motivo de la visita a Zaragoza del rey Fernando VII.