Cuando pensamos en Andorra, a todos nos asaltan palabras asociadas como nieve, esquí, compras, paraíso fiscal… Pero además del pequeño principado pirenaico, hay otra Andorra. La nuestra, la aragonesa, la turolense. A la que le han quitado la chimenea de la Central Térmica (la tercera estructura más alta que existía en España gracias a los 343 metros de altura), y que se prepara ya para vivir su espectacular Semana Santa mientras intenta reconvertirse y abrir nuevas vías de futuro.

Tras el cierre y derribo del que ha sido uno de los iconos del patrimonio industrial no solo de la comarca de Andorra – Sierra de Arcos, sino de todo Aragón, son muchas las incógnitas que surgen en torno al futuro de esta localidad marcada por la actividad minera; una actividad que ha marcado la economía y la idiosincrasia tanto de los habitantes como de esta ciudad que tiene casi mil años de historia y que está situada sobre una colina en el piedemonte de la Sierra de Arcos.

No en vano, el crecimiento de Andorra y de buena parte de la zona ha estado ligado a las explotaciones de carbón. Ya en el siglo XVII hay noticias de la explotación de minas, aunque la época de mayor esplendor fue en la segunda mitad del siglo XX, coincidiendo con el desarrollismo.

QUÉ VER EN ANDORRA

El Museo Minero ofrece una visión del pasado minero de la villa / Museo Minero de Andorra

Para conocer ese pasado minero, la visita al Museo Minero de Andorra-Sierra de Arcos es imprescindible. Inaugurado en 2005 sobre una mina de carbón subterránea de mediados del siglo XX, el museo integra desde las antiguas máquinas al pozo minero o un tren a vapor. Y tiene dos espacios principales: el Pozo de San Juan (en el que se encuentra el centro de visitantes y la principal área expositiva), y un espacio de interpretación en el que se puede visitar la superficie restaurada de dos minas a cielo abierto.

Pero al margen del pasado minero, Andorra tiene mucho más que ofrecer. Porque si famosa era su central y la chimenea que se veía desde kilómetros a la redonda, no menos famoso era José Iranzo, más conocido como el Pastor de Andorra. Este reconocido jotero andorrano tiene en su localidad natal un centro dedicado a la jota y al folclore aragonés. Además, en un antiguo horno de pan del siglo XVIII, también podremos visitar la exposición etnográfica Ángel García Cañada, con más de 800 objetos de los oficios y la vida rural de antaño.

Para empezar nuestro recorrido por Andorra, podemos acercarnos a la plaza Mayor, donde aparece ante nuestros ojos la iglesia de Nuestra Señora de la Natividad. Este templo fue construido entre finales del siglo XVI y principios del XVII, y combina elementos de tradición mudéjar con otros del incipiente barroco. En el exterior, destaca su fachada monumental realizada en estilo manierista por Juan Rigor entre 1592 y 1609. En el interior, entre la multitud de capillas, destaca un gran cuadro dedicado a la Natividad de la Virgen es el mayor atractivo del altar Mayor.

San Macario domina Andorra desde lo alto / Turismo de Andorra

En la misma plaza, podemos ver también la antigua lonja, con tres arcos de sillería, y la casa renacentista de la familia Arcayne, con una fachada típicamente aragonesa y un escudo creado en alabastro. Tampoco podemos dejar de visitar la ermita de la Virgen del Pilar. Este templo, uno de los edificios más antiguos de la comarca, se construyó sobre un antiguo templo románico, aunque hoy en día podemos ver un una construcción gótica gracias a las reformas de los siglo XV y XVI.

Pero si hay un lugar icónico en Andorra, ese es la emita dedicada al patrón de la villa: San Macario. Situada en lo alto del monte del mismo nombre, y con unas vistas espectaculares desde el cercano mirador de la Cruz la ermita cuenta, este sencillo templo del siglo XVIII es el epicentro de la Semana Santa de Andorra, parte importante de la Ruta del Tambor y el Bombo del Bajo Aragón. En el cerro y parque de San Macario podrás visitar el poblado de» El Cabo», una reconstrucción de un poblado ibérico del siglo V a. C. con unas 50 casas, torreones y murallas.

SEMANA SANTA EN ANDORRA

La Semana Santa es uno de los momentos álgidos del calendario de Andorra / Ruta del Tambor y el Bombo

Dentro de las celebraciones y festividades de Andorra, la Semana Santa de esta localidad brilla con luz propia convirtiéndose en una de las señas de identidad más importante de la localidad. Las primeras cofradías de Semana Santa surgieron en Andorra a mediados del siglo XVII, aunque seguramente ya había procesiones desde bastante antes.

En la actualidad, la Semana Santa de Andorra es atronadora, gracias al sonido brutal de los redobles de tambores y bombos, entrelazados con el son de la jota. En esos días del principio de la primavera, las gentes de Andorra cambian su ropa habitual por una túnica negra y ceñidor rojo, mientras preparan los instrumentos de percusión con los que harán vibrar la tierra para conmemorar la muerte de Cristo.

Todo comienza el Sábado de Pasión, con un amplio programa repleto de procesiones y vía crucis que marcan la vida de la villa en estos días. Pero sin duda, uno de los momentos más esperados de la Semana Santa andorrana comienza a las 12 de la noche del Jueves Santo. En ese momento, la plaza del Regallo pasa del silencio más absoluto al estruendo vibrante de bombos y tambores tocando al unísono en la Rompida de la Hora.

En la madrugada del Viernes Santo, los andorranos desfilan con sus bombos y tambores portando antorchas en busca de su Cristo. Allí, orarán en medio de un silencio sepulcral, antes de volver a hacer sonar con fuerza sus instrumentos. El siguiente momento que no hay que perderse es la procesión del Santo Entierro al caer la noche del Viernes Santo. Tambores y bombos acompañan a los pasos engalanados por las calles de la villa. Unos tambores y bombos que seguirán sonando hasta que a las 20:30 horas del sábado finalicen los redobles, como paso previo a la resurrección de Cristo el Domingo de Pascua.