Se acerca el final de octubre, y con él, ese momento en el que resurgen las leyendas y las tradiciones, difuminándose la barrera entre el mundo de los vivos y el de los muertos.  Y Aragón, y en particular el Pirineo, se llena de actividades para celebrar la Noche de las Ánimas o Halloween. Desde la ‘Nueit d’almetas’ de Villanúa, a la jornada ‘A Nuei Deras Bruixas’ de Piedrafita de Jaca, o la Noche de las Ánimas de Biscarrués.


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Porque Aragón es tierra de leyendas y misterio, es tierra de brujas y de magia, tal y como nos demuestran la arquitectura, y las fuentes orales y escritas que han llegado hasta nuestros días… De hecho, son muchas las localidades pirenaicas en las que se citaban las brujas para celebrar sus aquelarres.

Y también están perfectamente documentos los procesos judiciales que se iniciaron contra las brujas en muchos puntos del Alto Aragón, desde que se produjeron las primeras acusaciones de las que tenemos noticia en 1432.

Localidades como Laspaúles vieron procesos por delitos de brujería, donde al menos una veintena de mujeres fueron condenadas a muerte por esas acusaciones. El Valle de Tena también tuvo notables episodios de brujería, especialmente en los siglos XV y XVI (en lugares como el actual Formigal se celebraban aquelarres).

Y esos hechos, tienen su repercusión en la arquitectura popular, y también en la toponimia de muchos lugares, en sitios como el Puntón de las Brujas, una montaña rocosa situada cerca de Tella (un pueblo en el que existe un museo de la brujería), o la Cueva de las Güixas, en Villanúa.

CÓMO SE PROTEGÍAN NUESTROS ANTEPASADOS DE LA BRUJERÍA

Espantabrujas

Los espantabrujas sobresalen en las localidades del Alto Aragón / HA

Ante la presencia de brujas en los valles del Pirineo, y por el miedo de sus habitantes a ser presas de la magia, surgieron una serie de creencias que se plasmaron en costumbres que todavía podemos ver hoy en los pueblos del Alto Aragón.

Sin duda, el elemento más extendido son las chimeneas espantabrujas que pueden verse en cualquier pueblo del Pirineo Aragonés. Estas chimeneas troncocónicas, conocidas popularmente como chamineras o chimeneras, se alzan fuertes y robustas sobre los tejados de las viviendas, y tienen como particularidad que están rematadas por piedras verticales, o en forma de cono, bolas redondas, o incluso son piezas de alfarería, o tienen forma de seres de apariencia terrorífica.

Estos elementos se colocaban sobre las chimeneas para impedir que las brujas que sobrevolaban los tejados de las casas pudieran acceder al interior de las mismas a través del único espacio que los habitantes del Pirineo no podían cerrar.

En el interior de las casas, también se solían dejar las tenazas del hogar abiertas y en forma de cruz, o al apagar el fuego del hogar, se dibujaba una cruz en las cenizas. En la campana de la chimenea también se colocaba un muñeco de barro sin cocer , llamado ‘motilón’ o ‘motilonot’, que servía para defender la casa y evitar que entraran en ella las brujas.

Brujería en el Pirineo

El cardo solar también se utilizaba para espantar a las brujas / Memoria de Pez

Para evitar la entrada de las brujas a las casas, también se colgaba en puertas de viviendas y bordas una flor de cardo muy común en el Pirineo: el cardo solar o carlina. Dicen las leyendas que estos cardos evitan que los malos espíritus y las brujas entren a una propiedad.

Por su esplendor, muy similar al del sol, ciega a estos seres, y además, al tener cientos de pinchitos, impide que las brujas se atrevan a pasar a su lado, ya que si lo hacían, se quedaban enganchadas, y tenían que quitar estos pinchitos de su ropa hasta que les sorprendía el sol.  Entonces, debían salir corriendo huyendo a su guarida.


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En algunos pueblos del Sobrarbe también se colocan en el llamador o trucador, o en una rendija de la puerta, ramas de olivo (conocidas como oliveras) bendecidas el Domingo de Ramos. Estas ramas tenían como misión ahuyentar las tormentas (provocadas por las brujas según la tradición popular), y a las propias brujas.