Catalina de Aragón, reina de Inglaterra, fue la hija pequeña de los Reyes Católicos, Isabel y Fernando. Amada por su pueblo, y repudiada por su esposo, el monarca Enrique VIII, vivió en primera persona a causa de su matrimonio el cisma de Inglaterra con la Iglesia Católica ante la negativa del Papado a conceder el divorcio a su marido.


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Nacida en Alcalá de Henares, fue educada para ser reina y, dentro de la política de matrimonios por conveniencia que desarrollaban entonces las casas reales europeas para forjar alianzas, Catalina de Aragón fue prometida al entonces Príncipe Arturo Tudor, heredero del trono inglés. Este matrimonio tenía fin aislar a Francia entre Inglaterra y Castilla y Aragón.

UNA HISTORIA TRÁGICA

Catalina de Aragón

Catalina de Aragón fue reina de Inglaterra tras su matrimonio con Enrique VIII / HA

Siendo una adolescente, Catalina de Aragón fue enviada a Londres, y el matrimonio entre la infanta aragonesa y el príncipe de Gales se celebró en 1501. Pero al poco de contraer matrimonio, ambos cayeron enfermos, seguramente a causa de la enfermedad del ‘Sudor Inglés’, una enfermedad contagiosa que en aquel momento estaba diezmando a la población de Gales. Esta enfermedad acabó con la vida de su joven esposo, con el que todavía no había consumado (un detalle importante, ya que será una de las bazas con las que Catalina se defenderá del intento de Enrique VIII de divorciarse de ella).

Con el fallecimiento de su esposo, Arturo, comenzaron las desdichas de la futura reina consorte de Inglaterra. Al quedar viuda, su suegro, el rey Enrique VII de Inglaterra se vio en el trance de tener que devolver la generosa dote que los Reyes Católicos le habían pagado por el matrimonio. Y aunque en Londres solo habían recibido la mitad de la cantidad estipulada, al monarca inglés le era imposible devolver la dote, ya que las arcas de la corona inglesa estaban al borde de la ruina.

Para solucionar el problema, el rey inglés decidió casar a Catalina con Enrique, duque de York, que era cinco años menor que ella. Hasta que Enrique cumpliera la mayoría de edad, Catalina de Aragón vivió casi encerrada en Londres, en una situación económica muy compleja que apenas le permitía sobrevivir o pagar a sus damas de compañía, ya que ni su suegro, el rey inglés, ni Fernando El Católico, se sentían obligados a mantenerla.

CATALINA, PRIMERA EMBAJADORA

En 1507, los Reyes Católicos deciden que Catalina se convierta en su embajadora en Inglaterra, convirtiéndose en la primera mujer en ostentar este cargo en Europa. En Londres, su designación causó sorpresa y alegría al pensar que la nueva embajadora sería una mujer a la que se podría manipular sin problemas. Pronto salieron de su error en la corte inglesa, ya que Catalina mostró una gran inteligencia y su excelente trabajo en el ámbito diplomático.

Dos años después, Catalina contrajo matrimonio con Enrique, siendo coronados como nuevos reyes de Inglaterra en la abadía de Westminster. En 1513 llegó incluso a gobernar Inglaterra mientras su marido estaba en Francia. En esta etapa de regencia, los ingleses ganaron a los escoceses en la batalla de Flodden Field, una batalla que supuso la muerte del rey Jacobo IV de Escocia. En esos momentos, Catalina ya destacaba por su inteligencia y por su interés por la educación de las mujeres. Entre sus amistades, figuraban eruditos de la talla de Erasmo de Róterdam, Tomás Moro o Luis Vives.

Durante años, la influencia de la reina en Enrique VIII y en sus políticas fue muy importante, convirtiéndose en su principal consejera. Y así fue mientras el monarca tenía esperanza de que Catalina le diera un hijo varón.

​EL NACIMIENTO DE LA IGLESIA ANGLICANA

Enrique VIII

Enrique VIII creó la Iglesia Anglicana para divorciarse de Catalina de Aragón / HA

El anglicanismo es la religión predominante en Inglaterra. La actual reina Isabel II, es la cabeza de la Iglesia Anglicana. Y el origen de esta religión, proviene de la época de Catalina de Aragón, y en en especial, del intento de Enrique VIII de divorciarse de ella.

El rey inglés, locamente enamorado de su amante, Ana Bolena, dama de compañía de la reina, y cansado de esperar un hijo que heredera el país (varios habían muertos, y solo había sobrevivido María, futura reina de Inglaterra), intentó separarse de su esposa, la reina Catalina. Pero en sus deseos se interpuso el Papa Clemente VII, que se opuso a declarar nulo el matrimonio.

En ese momento, el Papa era prisionero de Carlos V (sobrino de Catalina), tras el saqueo de Roma en 1527. Tras la oposición del Papado al divorcio, Enrique VIII declaró la supremacía inglesa sobre los asuntos religiosos y rompió con la Iglesia Católica, obteniendo del Parlamento inglés el Acta de Supremacía de la Corona. El Papa llegó a excomulgar en 1534 al rey Enrique.

De esta manera, Inglaterra declaró inválido el matrimonio entre Enrique y Catalina en 1533, contrayendo entonces el monarca matrimonio con la que había sido su amante hasta ese momento, Ana Bolena. Tras estos hechos, Catalina se opuso a reconocer al rey Enrique como jefe supremo de la Iglesia de Inglaterra y continuo considerándose como esposa legitima del rey. Catalina no solo defendía su causa (y la de su hija María), sino que desde el humanismo, defendía una iglesia firme y piadosa frente a las presiones y las pasiones de los poderosos.

Mientras tanto, la reina, famosa en Inglaterra por su buen gobierno, por poner en marcha programas de apoyo a los pobres y por ser mecenas de artistas o por donar dinero a las universidades inglesas, atrajo la simpatía de buena parte del pueblo inglés, que no veía con buenos ojos a Ana Bolena. Para apartarla de la vida pública, Enrique VIII la desterró de la Corte en 1531 y fue recluida en el castillo de Kimbolton, donde murió vigilada en 1536. Cuentan que Enrique VIII ofreció mejorar sus condiciones de vida y permitir ver a su hija María, si ambas mujeres reconocían a Ana Bolena como reina de Inglaterra, pero tanto Catalina como María se negaron.

Pero a Ana Bolena, poco le duró la alegría. Siguiendo el camino de muchos ingleses que fueron ejecutados por Enrique VIII, la propia Bolena (que por cierto, no pudo darle un hijo varón al rey), fue ajusticiada en 1536 bajo acusación de adulterio, incesto y traición. Unos cargos que eran realmente falsos. ​