Al pasar por su modesta fachada de la Plaza de San Carlos, pocos se imaginan que tras la fachada de ladrillo, se esconde una de las grandes joyas arquitectónicas de la ciudad: la iglesia de San Carlos Borromeo.


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Una joya del barroco que visitarías sí o sí si estuvieras haciendo turismo en Alemania, conociendo las iglesias barrocas que salpican el país. Sin embargo, este templo pasa bastante desapercibida a orillas del Ebro pese a la riqueza patrimonial que esconde y a que es un ejemplo único en los territorios de la Corona de Aragón, tal y cómo señaló el profesor universitario Torralba Soriano.

CONSTRUIDA POR LOS JESUITAS SOBRE LA SINAGOGA MAYOR

San Carlos es una de las iglesias zaragozanas más impresionantes / Sipa-José Aguado

El complejo que alberga la iglesia de San Carlos fue levantado por los jesuitas en el siglo XVI sobre varios solares en los que se encontraba la Sinagoga Mayor de Zaragoza (en esta zona se encontraba la judería de la capital, como atestiguan los restos de los Baños Judíos).

La iglesia, construida en estilo renacentista, perteneció a la compañía de Jesús hasta que fueron expulsados de España tras el decreto firmado por el rey Carlos III. Tras su salida, el complejo fue reconvertido en el Real Seminario de San Carlos, en honor del monarca ilustrado.

UNA JOYA DEL BARROCO ESPAÑOL

San Carlos Borromeo

La iglesia es nave única / Sipa-José Aguado

La iglesia es uno de los conjuntos más espectaculares del barroco español, y sorprende a cuantos entran por sus tonos dorados y por la profusión en su decoración. Aún así, y pese a su exuberancia, el templo es sumamente armonioso.

La construcción del templo original se realizó siguiendo los preceptos de la Compañía de Jesús. Por ejemplo, tiene una nave única cubierta por una nave de crucería para que no existan obstáculos visuales que pudiera dificultar el seguimiento de las misas, o el hecho de que el templo esté orientado hacia el este, dentro de la teoría de que para los jesuitas, Cristo era el sol que regía sus vidas.

La nave única está recorrida por una tribuna desde el siglo XVI, y desde ella, se abren seis capillas laterales comunicadas entre sí por puertas que permiten el tránsito entre ellas. Entre todas ellas, destaca la capilla de San José. Esta capilla fue construida por los duques de Villahermosa a principios del siglo XVII para enterrarse, y es la que marcó el estilo barroco que guiaría la reforma del templo que se realizó en 1723 de la mano del jesuita Pablo Diego Ibáñez, el hermano Lacarre, y que daría a la iglesia la imagen suntuosa que podemos ver en la actualidad.

San Carlos

San Carlos es uno de los mejores ejemplos del barroco español / AZ

Esta capilla levantada por los Duques de Villahermosa está situada a la derecha y tras una reja nada más entrar a la iglesia. Y en su interior, entre otras maravillas, se guardan seis pinturas del artista aragonés Vicente Berdusán.

Además la profusa decoración dorada que domina la iglesia, y de la capilla de los Duques, en el templo destaca especialmente el altar mayor, que sustituye al anterior retablo renacentista. Realizado por el hermano Lacarre, el retablo está dedicado a la Inmaculada Concepción, y en él se representan los dos primeros pecados, el de los ángeles, y el de Adán y Eva.

El retablo también guarda un detalle que no suele verse en otros templos: la Sagrada Trinidad está representada de una forma especial, ya que las tres figuras tienen la misma imagen. Esta forma de representar a la Trinidad fue prohibida por el Papa Benedicto XVI, con la excepción de esta iglesia zaragozana.


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Si deseas visitar esta joya del barroco zaragozano situada en la plaza de San Carlos nº 5, deberás aprovechar cuando se celebran cultos. Los domingos y festivos, hay misas a las 12:00 del mediodía.