La ciudad de Jaca, uno de los principales destinos turísticos del Pirineo, fue la primera capital del Reino de Aragón en los albores del siglo XI. La catedral es el principal edificio que queda de esa época en la que un pequeño estado nacía y cogía fuerza antes de expandirse hacia el sur. Incluso cuando la capital fue desplazada a Huesca en 1096, y posteriormente, a Zaragoza en 1118 tras la conquista de Alfonso I El Batallador, la ciudad de Jaca siguió manteniendo su importancia, como ciudad fronteriza, comercial y como punto de entrada de los peregrinos que llegaban desde Europa a través del Camino de Santiago.

Desde que en el 760 el Conde Aznar Galíndez venciera a las tropas musulmanas en una batalla que da origen a la celebración del Primer Viernes de Mayo, esta zona del Valle del río Aragón se convirtió en un nuevo foco de poder político y militar. Tras la unión en 1035 de los condados de Aragón, Sobrarbe y Ribagorza por parte del primer rey aragonés, Ramiro I, el nuevo reino necesitaba de una capital. Y Jaca fue el lugar elegido para ser la primera capital del recién nacido reino. Con esta decisión, Jaca pasa de ser una pequeña aldea agrícola a ser cabeza de la monarquía, una ciudad en la que debería vivir la corte y ser el lugar de residencia de los funcionarios y los altos dignatarios.

Jaca

El primero rey de Aragón convirtió a Jaca en la capital de su reino / Ayto. Jaca

Aún así, será Sancho Ramírez quién impulse definitivamente a la nueva capital. El monarca necesitaba aumentar la población y hacer crecer la ciudad, para lo que otorgó a Jaca un Fuero, además de trasladar allí la sede episcopal del reino. De esta manera, atraída por los privilegios recogidos en el Fuero Jaqués, la población de Jaca comienza a aumentar de forma importante con extranjeros, principalmente francos. Así, llegan comerciantes y artesanos se comienzan a organizar ferias, además de un mercado semanal, y también se construye una fábrica de moneda, de la que salían los dineros jaqueses.

A ese esplendor de la primera capital del reino de Aragón se suma que estaba estratégicamente situada dentro del Camino de Santiago, vía de entrada de peregrinos, comerciantes, y también de nuevas ideas. De esa manera, llega hasta Aragón el arte románico, construyéndose a finales del siglo XI la primera catedral románica de la Península Ibérica. Precisamente, el primer rey de Aragón Ramiro I, quiso romper con el estilo de arquitectura pirenaica para construir una catedral que siguiera las modas que se estilaban en Europa poniendo las bases para construir un templo que fuera una ventana al futuro. La catedral, que se comenzó a construir en 1077 bajo el reinado de rey Sancho Ramírez, mostró gracias a sus altas bóvedas la grandeza del nuevo reino, como muestra de una clara voluntad europeísta.

La catedral se constituyó como el centro de la ciudad, y en torno a ella se asentaron los comerciantes y artesanos que se iban asentando en la ciudad atraídos por el Fuero, y en tornos a sus muros se celebraba el mercado. De aquellos momentos, todavía se ve grabada en una de las puertas de la seo de Jaca la vara jaquesa, una medida que permitía realizar intercambios comerciales.

Catedral de Jaca

La catedral de Jaca se convirtió en el epicentro de la capital del reino / HA

Urbanísticamente, además de la imponente catedral y del mercado que le rodeaba, la ciudad contaba con una muralla con ocho puertas y veintitrés torreones (todavía puede verse algunos restos adosados al Monasterio de las Benedictinas). La ciudad también contó con unos baños reales para el aseo tanto de los habitantes de la ciudad como para los peregrinos que iban camino de Santiago, y que se situarían en el entorno de la actual Casa Diocesana.

En la época de Sancho Ramírez la ciudad comienza a organizarse en calles, manzanas y barrios siguiendo la idea de ciudad ortogonal romana, con dos calles principales que articulaban la capital: la calle Mayor, que la atravesaba en sentido este-oeste, y un segundo eje norte-sur que seguiría las calle Zocotín, Ramón y Cajal y Ferrenal.

A finales del siglo XI, dentro de las murallas de Jaca llegaron a vivir alrededor de un millar de habitantes, una cifra importante teniendo en cuenta que décadas antes, la primera capital del reino de Aragón no era más que un castro militar rodeado de agricultores. De hecho, la llegada de población extranjera gracias al fuero fue tan masiva, que el original recinto urbano se quedó pequeño, y se creó un barrio nuevo extramuros de la ciudad, el burgo novo. Un barrio poblado por artesanos y  comerciantes, situado en la zona que está hoy la Ciudadela.