A finales del siglo XIX, Zaragoza tuvo sus propios Campos Elíseos. En una Zaragoza ávida por modernizarse y en plena expansión urbanística, en las fiestas del Pilar de 1868 se inauguraron a orillas de un río Huerva todavía sin cubrir los Campos Elíseos. Un jardín de recreo que seguía las modas europeas y que causó sensación entre la sociedad burguesa de la época.


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Situados en lo que entonces era el paseo de Torrero, concretamente en un solar privado en el que hoy se levanta el Cine Elíseos, los Campos Elíseos surgieron en un momento en el que en Zaragoza seguía los pasos de las políticas urbanísticas que se ejecutaban en capitales como Londres o París, con la creación de parques, zonas de ocio y nuevas calles y avenidas que esponjaran la ciudad y permitieran el crecimiento urbano.

UN JARDÍN DE RECREO PARA LAS CLASES ACOMODADAS

En ese contexto de expansión urbanística y de amplios deseos por seguir las modas europeas, se creó esta zona de ocio que permitía disfrutar, previo pago, de jardines, zonas de paseo, un salón para celebrar bailes de sociedad, restaurante, café, circo,  una casa de baños o un teatro para disfrutar de conciertos de música clásica, zarzuelas o representaciones teatrales.


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La idea surgió de dos empresarios catalanes, Sebastián y Agustín Viñals, tal y como señala la investigadora Mónica Vázquez Astorga en su estudio «Los Campos Elíseos de Zaragoza: un sitio de recreo urbano para la sociedad decimonónica». 

Al igual que sucedería posteriormente con Petit Park, el parque de atracciones que Zaragoza tuvo junto a la plaza de Los Sitios a principios del siglo XX, la apertura de los Campos Elíseos era estacional, abriendo únicamente desde primavera hasta que pasaban las fiestas del Pilar. Y dado que había que pagar para acceder al recinto, el público habitual de esta zona de recreo era la burguesía y la alta sociedad zaragozana.

Campos Elíseos Zaragoza

Tras cerrar el jardín de recreo, en el solar se construyó el velódromo Campos Elíseos / Proyecto Gaza

Lamentablemente, la mala situación económica de la empresa propietaria no permitió que esta zona de ocio zaragozana sobreviviera muchos años. Pese a su éxito entre las clases acomodadas de la ciudad, los Campos Elíseos de Zaragoza cerraron sus puertas en 1883.

Aún así,  Mónica Vázquez Astorga explica que «los jardines y el circo (convertido en «plaza de toretes») mantuvieron ciertos rasgos de permanencia. De hecho, en los jardines se organizaban bailes públicos y el coso era rentado para la lidia de novillos y becerros «.


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Tras sucesivos cambios de uso, con la construcción de distintas instalaciones deportivas y de ocio, como un velódromo que llegó a albergar a 3.000 espectadores, y tras la urbanización del Paseo de Sagasta, en el solar de los Campos Elíseos se construyó en 1944 el impresionante edificio de Teodoro Ríos Balaguer que preside la plaza de Basilio Paraíso y que acogió en sus bajos el Cine Elíseos.