Hace varios siglos, la Corona de Aragón fue la potencia hegemónica en el Mediterráneo. Cerdeña, Nápoles, o Sicilia fueron algunos de los territorios que estuvieron bajo el dominio de los monarcas aragoneses, y como testigo mudo de ese pasado, hay castillos aragoneses por todo el Mediterráneo.


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La expansión aragonesa llegó hasta Grecia de la mano de los almogávares. Y durante más de 70 años, las barras de los reyes aragoneses ondeó orgullosa en el Partenón de Atenas. Tesalónica, un pequeño reino gobernado por cruzados franceses a cuyo mando estaba el duque Gautier de Brienne, recurrió a los almogávares para hacer frente al rey de Tesalia. Y al no pagar las cantidades estipuladas por ese apoyo, los almogávares se levantaron en armas y tras vencer a los franceses en la batalla del río Cefiso un 13 de marzo de 1311, tomaron el control del ducado, proclamando señor de Atenas al rey Federico II de Sicilia.

Pedro IV El Ceremonioso

Pedro IV integró Atenas y Neopatria en el entramado territorial de la Corona de Aragón / HA

Años después, entre 1318 y 1319, los almogávares conquistaron Siderocastro y el sur de Tesalia, creando así el Ducado de Neopatria, que se unió al de Atenas. Al fallecer Federico III de Sicilia en 1377, el ducado de Atenas pasó a manos de María de Sicilia, antes de pasar a Leonor de Sicilia, esposa del rey aragonés Pedro IV El Ceremonioso.

En 1379, los aragoneses que vivían en Atenas piden que el ducado se incorpore de forma permanente a la estructura territorial de la Corona de Aragón. Y así fue, y de hecho, el título de Duque de Atenas fue conservado dentro de las prerrogativas reales hasta el reinado de Carlos II de España.


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La ciudad y el Ducado fueron aragoneses hasta que en 1388 fue tomada por la República de Florencia, mientras que Neopatria fue conquistada en 1390. Estos territorios fueron de Florencia (y brevemente, de Venecia) hasta que en 1415 los turcos conquistaron estos territorios.