Paquita y Antoñico son dos baturros que se están haciendo famosos gracias a las ilustraciones de Mariluz Ortiz. Brasileña de nacimiento pero con raíces aragonesas, actualmente vive en Daroca, desde donde da vida a estos dos carismáticos personajes. Aunque, según dice, son ellos quienes le dan la vida y la ayudan a sobrellevar la esclerosis múltiple que padece.


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Todo empezó en 2014, cuando dibujó a Paquita por primera vez. Tenía forma de recortable para colorear, como solía hacer cuando era pequeña. Lo hizo por su pasión por el arte y como vía de escape cuando atravesaba un mal momento laboral y de salud. Aunque todavía no se la habían diagnosticado, padecía esclerosis.

Paquita es una baturra aragonesa, pero tiene el toque personal de Mariluz, que vivió el folclore lejos de Aragón. “Entonces vivía en Sao Paulo y mi abuela me enviaba los trajes. Aunque estaba al otro lado del charco, siempre he celebrado las tradiciones de mi familia”, explica.

Desde entonces, la popularidad de Paquita no ha hecho más que ir en aumento, sobre todo a raíz de que Mariluz recibiera un primer encargo a través de Instagram. “Una seguidora me pidió que le dibujara una camiseta para las fiestas del Pilar y así es como empecé a venderlas por encargo”, comenta.

Mariluz vende las camisetas de Paquita por encargo, a través de las redes sociales. HOY ARAGÓN

A las camisetas le siguieron los bolsos de tela y después de Paquita, llegó Antoñico, su compañero de baile. Cada una de sus creaciones es personal ya que las hace una a una, de forma totalmente manual. Por eso, aunque los modelos son los mismos, cada producto es diferente. “Hago nuevas combinaciones de colores y, al pintarlo todo a mano, una camiseta siempre es diferente a las demás”, explica.

Para garantizar la buena calidad de sus creaciones, siempre pone dos capas de pintura, una especial para tejido, que aguanta los lavados. Además, las camisetas son de algodón de buen gramaje.


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Mariluz no tiene una empresa ni se toma la venta de camisetas y bolsos de tela como un negocio. Aunque se saca algún dinero, la principal ganancia es que, para ella, el arte tiene un poder curativo. “Paquita y Antoñico me dan la vida”, dice, cuando en realidad es ella quien les ha dado vida.

Y es que estos personajes han sido su bote salvavidas en los últimos años. Sobre todo desde que en 2016 le diagnosticaron su enfermedad. Su mala racha comenzó años antes, cuando ella y su marido tuvieron que cerrar la franquicia de peluquería de la que vivían en Calatayud. “A la vez, los síntomas de la esclerosis iban a más. Me caía muchas veces y no sabía por qué”, recuerda.

Con el ánimo por los suelos, Mariluz decidió retomar lo que había sido su pasión desde pequeña: los dibujos y recortables. Empezó a pintar para distraerse y como terapia, aprovechando los días en los que el cuerpo acompañaba. Frustrada por su enfermedad y sin trabajo, Mariluz encontró en el arte su vía de escape.

Tras quedarse totalmente ciega de un ojo por un brote en 2016 y superar un 2018 complicado, desde entonces lleva un tratamiento con el que puede tener una vida más o menos normal. En lo económico, la situación no es muy boyante. Aunque ya tiene reconocida la incapacidad laboral, está a expensas de trámites con Brasil para poder cobrar alguna prestación.

Mientras tanto, Paquita y Antoñico la acompañan en su día a día, ganando cada vez más seguidores gracias, sobre todo, a las redes sociales. A través de los perfiles de ‘Los Recortables de Mariluz’ se ha dado a conocer y así es como recibe los encargos.


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En un futuro, le gustaría tener su propia empresa no solo para vender sus creaciones, sino también para impartir talleres, relacionando el arte con la salud. La covid ha paralizado sus planes pero lo que no se detiene nunca son sus ganas de pintar. “Me hace feliz. Para mí es una terapia”.