Puntual como un clavo. Así salió el turiasonense Rubén Jiménez Calvo, de 25 años, del Ayuntamiento de Tarazona. Como todos los años, en un ambiente festivo y rodeado de sus amigos, el jóven  recorrió el tradicional paseo, acompañado de su cuadrilla, para encaramarse en lo alto de la plaza para éxtasis de los asistentes.

Estas Fiestas, que han sido declaradas de interés turístico nacional suponen una inyección económica muy importante para la ciudad, y  este año durarán hasta el próximo día 1 de septiembre.

Para cualquier jovén es un orgullo ser Cipotegato y por ello se realiza un sorteo entre los vecinos del municipio para elegir a este curioso personaje, que aunque la tradición obliga a mantener el secreto de su identidad hasta que se quita la  máscara, los vecinos y amigos de la ciudad conocen al protagonista  y su nombre minutos después de su elección.


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La salida del Cipotegato es el comienzo de las Fiestas de San Atilano, y congregan en la Plaza del Ayuntamiento a mas de 5.000 personas  que lanzan  tomates al  Cipotegato. Para conseguir que la plaza mantenga limpia sus fachadas, el Ayuntamiento coloca unas mallas de plástico los días previos a la lluvia de tomates.

Origen

El Cipotegato abre las Fiestas Generales de Tarazona en honor a San Atilano, siendo el día de Fiesta Mayor el 28, conmemorándose el traslado de las reliquias del Santo a Tarazona, acontecimiento que tuvo lugar en el año 1644.

La tradición oral cuenta que el Cipotegato siempre ha  sido una figura ligada a las fiestas de Tarazona y su origen se remonta a salir acompañando a la corporación municipal durante las mismas, sin embargo este personaje ha ido evolucionando hasta como lo conocemos hoy en día.

Hasta el año 1942, persigue a los chiquillos para despejar el camino de la Corporación o la Procesión. A partir de esa fecha, y tras una interrupción provocada por la Guerra Civil, pasa a ser el perseguido por los niños, quienes al verle salir del Ayuntamiento, le arrojaban los restos de las verduras que habían quedado en la Plaza de España, lugar donde se instalaba el mercado al aire libre por aquel entonces.


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Vemos que este personaje, pasa de ser una máscara fruto de diversión a ser incluso atemorizante, y finalmente víctima a quien el pueblo castiga y humilla, o a otros a través de ella. Por ejemplo, en 1974, aunque los tomates iban dirigidos contra la Corporación Municipal y tuvieron un marcado carácter político, quien los recibió en su nombre fue el Cipotegato.

De aquellos restos de verduras, a los actuales tomates, y de aquella diversión infantil, a la consideración de ese acto como el más representativo de la Ciudad de Tarazona, con el que toda la población se identifica sólo han pasado 50 años, al igual que de la consideración de encarnar el Cipotegato como algo humillante y vejatorio, se ha pasado en los últimos años, a ser considerado un honor para la persona que lo ejercita, presentándose cada año unos 60 candidatos al sorteo que el Ayuntamiento realiza para elegir a la persona que lo encarnará, quien, al acabar su hazaña, contará con la admiración y reconocimiento de todos los turiasonenses.