Tres obras de Goya, tres de Francisco Bayeu, tres de Antonio González Velázquez y una de Corrado Giaquinto y de Francisco Preciado de la Vega se incorporan a la colección permanente del Museo Goya, en cesión por depósito, procedentes de una colección particular, a partir del 27 de septiembre. Se trata de once obras que actualmente se exhiben en la exposición “La estela de Corrado Giaquinto en España: de González Velázquez y Bayeu a Goya” y que tras su clausura pasarán a formar parte del discurso expositivo del centro para reforzar la difusión de la obra del pintor aragonés y completar los fondos pictóricos de mediados del siglo XVIIII.

De Goya se incorporan las obras “Virgen del Pilar con Santiago y uno de los convertidos zaragozanos”, primera pintura conocida y firmada por el artista, “San Cristobal” y “Dios Padre y el Espíritu Santo en la Gloria”, también firmada por el pintor. De Francisco Bayeu se suman “La Virgen y el Niño entregando rosarios a Santo

Domingo de Guzmán y a Santa Rosa de Lima”, “Virgen del Rosario” y “El dios Vulcano”; de Antonio González Velázquez “Flagelación de Cristo”, “La oración en el Huerto” y “Una joven ofrece una copa de vino a un joven pastor”; de Corrado Giaquinto “Aparición de la Virgen a San Felipe Neri”, y de Francisco Preciado de la Vega “Santa María Magdalena”.

Con su incorporación, el Museo Goya cumple con su vocación de ser un museo vivo, dedicado a facilitar el conocimiento y divulgación de la obra del genio de Fuendetodos y de sus antecedentes y precedentes, en y desde Aragón y se convierte en visita imprescindible para conocer en profundidad la pintura de mediados del siglo XVIII. La cesión se enmarca dentro de las actividades con las que Fundación Ibercaja conmemora el 275 aniversario del nacimiento del genio aragonés.

LA PINTURA DEL SIGLO XVIII

Las once pinturas que se suman a la colección permanente del Museo se dieron a conocer al público por primera vez en la exposición “La estela de Corrado Giaquinto en España: de González Velázquez y Bayeu a Goya, ya que, excepto una de ellas, el resto eran obras absolutamente inéditas. La mayoría corresponden a los primeros años de actividad de sus autores y ayudan a comprender la evolución de sus respectivos estilos pictóricos.

La ubicación definitiva de los cuadros en el museo será en la primera y segunda planta. En concreto se exhibirán en el último espacio de la sala primera junto a las obras pertenecientes a la escuela aragonesa del siglo XVIII y en la segunda planta en la sala de Goya en la que están las obras del pintor junto a las de sus maestros y seguidores.

Entre las once obras cabe destacar la “Aparición de la Virgen a San Felipe Neri”, de Corrado Giaquinto, realizada hacia 1737-1738, un boceto inédito al óleo, modello de presentación para un cuadro de altar con el mismo asunto. En él se observa la manera ligera y nerviosa de pintar los bocetos por el maestro italiano, con toques empastados que resaltan puntos de luz, y en la que está especialmente lograda la figura del santo. Es una obra de pequeño formato llena de ligereza rococó.

En el caso de las tres pinturas de Goya destaca “Virgen del Pilar con Santiago y uno de los convertidos zaragozanos”, de hacia 1759-1760, por ser la obra más antigua que conocemos del artista y también la primera firmada. Es un trabajo realizado en su época adolescente, tendría unos 13 o 14 años cuando la pintó, quizás antes de comenzar su formación artística con José Luzán o al poco de hacerlo.  Es un óleo sobre molde de cartón de papel maché endurecido, sobre el que también se hizo el marco, formando una sola pieza. Se trata de una pieza artesanal destinada a cubrir la demanda popular de imágenes pintadas de la Virgen del Pilar, que se vendían a precios módicos en el propio templo a fieles devotos y peregrinos fomentando su devoción.

El óleo de “San Cristóbal”, pintado hacia 1763, de 52,2 x 39,2 cm., es una pintura inédita, una de las primeras que Goya pintó durante su aprendizaje en el estudio de José Luzán. La pintura es una copia de la realizada por Francesco Solimena para un cuadro de altar de San Cristóforo, pintado hacia 1695-1700.  Durante su formación en Nápoles, Luzán hizo un dibujo del cuadro original que posteriormente sirvió de modelo a Goya. Es una copia que únicamente difiere del original de Solimena en los colores de los mantos de San Cristobal y el niño Jesús.

La gran tela de “Dios Padre y el Espíritu Santo en la Gloria”, realizada hacia 1763, es un óleo sobre lienzo, de 159,5 x 195,5 cm., es obra inédita de la etapa de juventud de Goya. Se desconoce su procedencia, pero se trata de la parte superior de un cuadro de considerables dimensiones, integrado en un retablo, que estaría en la iglesia de un convento o una parroquia de Aragón. Es una de las primeras obras de gran formato encargadas al artista tras su aprendizaje con José Luzán, su primer maestro. Fue un encargo hecho al taller familiar, el del maestro dorador José de Goya, posiblemente junto con el dorado del retablo que contendría la pintura. Está firmada por Goya en el ala derecha de la paloma del Espíritu Santo, y junto con la de San Cristóbal permiten conocer mejor los inicios del artista como pintor.

Del pintor Francisco Bayeu son también tres las obras que se incorporan a la colección permanente del museo. Iniciado con Luzán en la estética rococó y siguiendo la manera de pintar de González Velázquez y Giaquinto, comenzaría pronto su actividad como pintor profesional con obras de indudable calidad, como “La Virgen y el Niño entregando rosarios a Santo Domingo de Guzmán y a Santa Rosa de Lima” (c. 1754) y la “Virgen del Rosario” (c. 1755-1756). A ellas se suma una pintura de tema mitológico, “El dios Vulcano”, óleo fechado en 1768.

De Antonio González Velázquez se ceden los óleos “Flagelación de Cristo” y “La oración en el huerto”, excelentes copias de obras de su maestro Giaquinto realizadas en la década de 1750 como ejercicio pictórico y como modelos para sus propios discípulos. Junto a ellas el óleo sobre lienzo “Una joven ofrece una copa de vino a un joven pastor”, de 1762, que es un boceto de presentación que el pintor hizo para un cartón o pintura que serviría de modelo a los tejedores de la Real Fábrica de Tapices de Madrid; la serie de los tapices le fue encargada en 1762.

Del pintor sevillano Francisco Preciado de la Vega, formado en Roma en contacto con Giaquinto, se encuentra la “Santa María Magdalena” (c. 1740-1745), un pequeño óleo sobre lámina de cobre, copia del original de Guido Reni.

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