Desde su primer trazado, hace más de 200 años, hasta la actualidad, el paseo de la Independencia de Zaragoza ha sufrido muchos cambios. Cambios tanto a nivel urbanístico como en los monumentos que lo decoran o los comercios que se extienden por sus aceras. Lo que no ha cambiado es que esta vía sigue siendo uno de los ejes principales de la ciudad y vertebra el centro de la capital aragonesa conectando la plaza de Aragón con la de España.


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De su historia reciente se puede destacar que, tras vivir sus horas más flojas a nivel de establecimientos durante la pandemia, el paseo de la Independencia zaragozano ha recuperado ya su esplendor. Actualmente, vuelve a ser la principal arteria comercial, con apenas varios locales disponibles.

Y ya que hablamos de locales, hay varios que merecen una mención especial por haber marcado una era en Zaragoza. Es el caso del desaparecido McDonalds de plaza de España, justo al final del paseo. Este mítico edificio no era solo un restaurante de comida rápida, sino que funcionaba como uno de los principales puntos de encuentro de la ciudad. Parecía que siempre iba a estar allí, inamovible por los siglos de los siglos. Pero no, cerró y se mudó a un local más barato unos metros más allá, en el Coso. 

Tiendas desaparecidas Zaragoza

Sepú fue un impulso para convertir Independencia en el principal eje comercial de la ciudad / Archivo Municipal de Zaragoza

Anteriormente y quizás desconocidos para los más jóvenes, otros comercios míticos de Zaragoza estuvieron en el paseo de la Independencia. Uno de ellos fueron los grandes almacenes SEPU, que en los años 60 convirtieron a esta vía zaragozana en el centro de todas las compras. Una década después y justo enfrente, abrieron sus puertas las famosas Galerías Preciados, un centro comercial de seis plantas, el primero de la ciudad en incorporar aparcamiento en el propio edificio.

Más tarde o más temprano ambos pasaron a la historia. Pero llegaron otros que todavía se mantienen. El rey del paseo es el Corte Inglés, alrededor del que se vertebran numerosas tiendas más modestas. Casi enfrente y resistiendo a duras penas al paso de los años, se mantiene el Caracol, un centro comercial antiguo y curioso por su organización interior en torno a una rampa que gira en espiral. 

Quiosco de la Música Zaragoza

Aspecto del antiguo Paseo de la Independencia, con un quiosco en el boulevard central.  / Fototipia Thomas, Barcelona

En cuanto a los monumentos y puntos de interés patrimonial que decoran el paseo de la Independencia también ha habido algunos cambios con el tiempo. Empezando por la plaza de España (antes plaza de San Francisco), cuya fuente actual no es la que originalmente se instaló en ella. La primera fue la de La Princesa (también conocida como la de Neptuno), que actualmente está en el Parque Grande, tras ser sustituida por el Monumento a los Mártires que se puede ver hoy en día. 

Uno de los cambios más recientes en el entorno del paseo de la Independencia ha sido la renovación de la plaza de Santa Engracia, que ahora es completamente peatonal. Y justo en esta zona está el edificio de Correos que, por su antigüedad y estilo hace pensar que ha estado ahí desde los comienzos. Pero no. Anteriormente, en este sector se levantó el Teatro Pignatelli. Normal que muchos no lo recuerden porque fue demolido en el año 1915. Construido por el arquitecto municipal Félix Navarro, su vida no fue demasiado larga. El edificio estuvo en pie 36 años y se empleaba sobre todo en verano. De hecho, cuando se diseñó ya se sabía que se destinaría a actuaciones esporádicas y que no serviría para muchos años.


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A nivel urbanístico, el paseo de la Independencia existe como calle desde 1811. Anteriormente, estaba ocupado por casas, conventos e iglesias. Pero tras la Guerra de la Independencia todo aquello quedó arrasado y el gobierno francés decidió construir una gran vía triunfal en el espacio que se había creado entre la plaza de España y la de Aragón. Primero se denominó Paseo Imperial y apenas tenía algunos bancos y árboles a ambos lados. A finales de siglo ya era una de las principales arterias de la ciudad y contaba con cafés, kioscos y mucha actividad. 

Su nombre actual lo recibe ya en el siglo XX, que ha estado lleno de cambios y reivindicaciones sobre el diseño de esta vía. Una de las propuestas fallidas fue la de ampliar el paseo hasta la plaza del Pilar. Pero la gran reforma llegaría en 2003, con el ensanchamiento de las aceras y un supuesto aparcamiento subterráneo que no se pudo materializar finalmente por la aparición de ruinas en el subsuelo. La última modificación hasta la fecha fue con la llegada de la primera línea de tranvía, que transcurre por la parte central del paseo, tal y como se puede contemplar actualmente.