Los orígenes del fútbol son remotos, es difícil concretar cuando comenzó esta práctica protagonizada por el desplazamiento de una pelota gracias al movimiento y agilidad de los pies.

No obstante, los principios más arcaicos se sitúan hacia el 200 a.C durante la dinastía Han en China con un juego llamado tsu chu, cuya traducción indica que se “daría patadas” (tsu) a una bola realizada de cuero relleno (chu).


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También, los griegos practicaban un juego de pelota llamado espikoros que luego los romanos exportaron a la Galia con el nombre de harpastum, modalidades en las que seguramente se utilizaban tanto las manos como los pies.

Durante la Edad Media y Moderna, se dieron diferentes modalidades del juego que, sobre todo, se practicaban durante la celebración del carnaval, aunque el empleo de la violencia y la brutalidad llevó a la censura de este tipo de prácticas en las Islas Británicas.

Por otro lado, en Italia se practicó un deporte de pelota conocido como calcio que alcanzó un gran esplendor y popularidad en el siglo XVI entre la aristocracia, tomando como modelo el harpastum de la antigua Roma.

Sin embargo, el punto de partida del fútbol actual se sitúa en la Inglaterra de mediados del siglo XIX, cuando se establece un rudimentario reglamento y comienzan a surgir los primeros clubes. De hecho, fue en este país donde se fundó la primera asociación de fútbol, la Football Association en 1863.

De aquí, la pasión por este deporte se expandió al resto del continente llegando a España a finales del siglo XIX, lo que supuso la introducción de una nueva modalidad de ocio y con ello, la fundación de la Real Federación Española de Fútbol en 1913. 

EL REAL ZARAGOZA: HISTORIA DE UNA PASIÓN

En Zaragoza, el interés por el fútbol surgió a partir de 1903 cuando un grupo de estudiantes de la Universidad de Zaragoza, pertenecientes a la élite zaragozana, comenzó a practicarlo.

La cobertura y el apoyo que la opinión púbica, empresarios y políticos dieron a estos partidos, contribuyó a generar una afición que irrumpiría en la sociedad zaragozana durante los felices años 20 al compás de los cambios urbanísticos y sociales que estaba viviendo la ciudad.


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En cualquier caso, a pesar de que no es hasta el primer tercio del siglo XX cuando el fútbol da sus primeros pasos en la capital aragonesa, hay que señalar que ya en las últimas décadas del siglo anterior había comenzado a practicarse en los patios del recreo de distintos colegios zaragozanos (Jesuitas, Escolapios, Corazonistas, etc.), convirtiéndose en una práctica diaria de numerosos jóvenes y por lo tanto en la primera toma de contacto y de conocimiento sobre este deporte foráneo.

Los clubes más destacados de esta primera etapa fueron el Iberia y el Stadium-Zaragoza.

En 1922 se funda el llamado Zaragoza F.C por un grupo de bachilleres del colegio de los Padres Escolapios, y en 1932 este equipo absorbió al Iberia S.C para formar el actual, dando lugar al nacimiento de un sentimiento que arraigó con fuerza y entusiasmo en la sociedad zaragozana.

LOS CAMPOS DEL LEÓN

Aquellos jóvenes universitarios que introdujeron la afición por el fútbol en Zaragoza fundaron la sociedad Foot-Ball Club, de la cual se tiene noticia gracias a la prensa de la época. 

El 18 de noviembre de 1903, el Diario Mercantil de Aragón recogía los acuerdos de la Junta Directiva de la Sociedad, entre los que se indica que el lugar elegido para “dar principio a los juegos” era el Campo del Sepulcro, un espacio situado junto a la estación de ferrocarril del mismo nombre.

Posteriormente, se añadieron otras ubicaciones como el Campo de los Huertos en el entorno de la Huerta de Santa Engracia, y ya en la década de los 20 se inauguraron los campos del Arrabal, de las Delicias y el de Torrero.


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En 1950, el Real Zaragoza compró las acciones del campo de Torrero y hasta 1957, momento en el que se construye la Romareda, fue el más importante de la ciudad, sin embargo, su uso siguió vigente por otros equipos zaragozanos y en la temporada de 1971/1972 el Zaragoza lo alquiló para sus categorías inferiores.

El campo de Torrero se localizaba en la margen derecha del Canal, en un solar hoy en día ocupado por un pequeño parque y el Centro Cívico de Torrero, flanqueado por las actuales calles de Lasierra Purroy, Monzón, Honorio García Condoy y Dr. Oliver Pascual. Tenía una dimensión de 105×65 metros y una capacidad para 15.000 espectadores; fue derruido en los años 80.

Campo de la Torre de Bruil, en los años 20 del siglo pasado / Gabriel Faci / Archivo Histórico Provincial de Zaragoza

Pero realmente el primer feudo del Real Zaragoza fue el campo de la Torre de Bruil, una propiedad que pertenecía a la familia Monserrat y que accedió a arrendarla para tal uso en 1924.

Este campo poseía unas dimensiones de 105×70 metros con una capacidad para 6.000 personas, cuya extensión se prolongaba sobre el terreno del actual parque Bruil lindando en sus lados cortos con el río Huerva y la calle de Asalto.

En 1932, con la fusión del Zaragoza y el Iberia dejó de utilizarse por el de Torrero, aunque otros equipos como el Amistad lo utilizaron algunos años hasta que en 1936 se convirtió en depósito de automóviles requisados.

El campo de fútbol de Torrero (1975, Gerardo Sancho) Fuente: Archivo Municipal de Zaragoza

La Romareda se inauguró el 8 de septiembre de 1957 con un partido entre el Real Zaragoza y el Osasuna. Aunque en un primer momento se barajó la posibilidad de construir este nuevo estadio en la zona de Miraflores, finalmente se ubicó junto a la antigua Feria de Muestras al frente del proyecto del arquitecto Francisco Riestra, quien diseñó una instalación para 30.000 espectadores.

En 1977 se amplió su aforo a 10.000 espectadores; en 1982 se instalaron torres de iluminación y los videomarcadores; y en 1994 todas las localidades pasaron a ser de un asiento, estableciendo una capacidad de 34.596 personas.


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En 1999, con motivo de la visita de la delegación de la UEFA surgió la iniciativa de reformar la Romareda o de construir un nuevo campo. A partir de aquí, se han sucedido tres proyectos fallidos: el primero, planteaba la edificación de un nuevo estadio en Valdespartera al frente del arquitecto Ricardo Bofill; el segundo, la reforma de la Romareda por Carlos Lamela; y el tercero, la construcción de un recinto con un graderío concebido en forma de “olla” en la huerta de Miraflores, diseñado por Joaquín Sicilia.

El nuevo campo de fútbol diseñado por el estudio de Joaquín Sicilia / Joaquín Sicilia

En 2019 se ha vuelto a reactivar esta antigua aspiración con la pretensión de crear una ‘nueva Romareda’ en su actual ubicación con un aforo de 45.000 personas ¿Contará nuestra ciudad con el estadio que se merece?

*Laura Ruiz es Historiadora del Arte de la Universidad de Zaragoza