Zaragoza se encuentra en mitad de otra batalla contra la pandemia del coronavirus que no avisó. La ciudad se congrega en casa para, dentro de sus posibilidades, seguir tejiendo una tela de araña de solidaridad en defensa de los más vulnerables. Pero no es la primera vez.


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La ciudad padeció una epidemia de cólera en 1885 que le hizo merecedora, por su tesón en la lucha contra la enfermedad, del título de ‘Muy Benéfica’, como reza en su escudo con los títulos de Muy Noble, Muy Leal, Muy Heroica, Siempre Heroica, Muy Benéfica e Inmortal.

1885: UNA EPIDEMIA MORTAL

Un virulento brote de cólera morbo, también llamada cólera asiático, provocó que en el verano de 1885 la ciudad de Zaragoza, así como el resto de la provincia, tuviera miles de muertes. La ciudad quedo sensiblemente diezmada.

El cólera morbo, una infección intestinal que se caracterizaba por provocar unas fuertes diarreas que aquellos que la padecían se deshidrataran rápidamente hasta la muerte por deshidratación, apareció en la ciudad desde Asia procedente de un barco que arribó en Marsella. Y con el tiempo cruzó la frontera hasta Zaragoza.


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Es por eso que, el 21 de julio de 1885, las instituciones locales decretaron el estado de epidemia en toda la ciudad. El cólera se propagaba con rapidez a través del agua contagiando a un gran número de vecinos de la ciudad, tanto bebiendo de agua contaminada con las heces de algún enfermo como comiendo vegetales crudos que hubieran sido regados con agua contaminada.

Lo que en la ciudad de Zaragoza se disparó el número de contagios por el conjunto de acequias y riachuelos que rodeaban a la ciudad para regar las huertas.

La acción política para frenar la epidemia se instauró en un mando único mediante una Junta con las autoridades civiles, religiosas, sanitarias e investigadora, ubicados en el antiguo palacio de la familia Zaporta -Casa de la Infanta-.

En todas las epidemias se conciencia a la población de una serie de recomendaciones para evitar el contagio de la enfermedad. En 1885 no fue menos. Desde las autoridades de la ciudad se advirtió a la población de medidas preventivas: cocer los vegetales antes de consumirlos o no beber agua de fuentes públicas.


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Los enfermos fueron asistidos con comida y con sueros necesarios para su recuperación. Y también se instauraron medidas para evitar la propagación tomando medidas higiénicas. El mes de septiembre de 1885 se comenzó a remitir la enfermedad.

El recuento de víctimas superó las 13.500 a causa del cólera en una provincia que tenía poco más de 400.000 habitantes. Es por eso que, en reconocimiento del esfuerzo ejemplar que realizó la ciudad durante la epidemia, el 13 de junio de 1886 la Reina María Cristina le concedió a Zaragoza el título de ‘Muy Benéfica’.