La economía española caerá este año un 11 % y la aragonesa un 10 %, pero remontarán en 2021 un 8 % y un 7,3 %, respectivamente, según las previsiones de Ibercaja, que augura una salida relativamente rápida de esta crisis por la pandemia de coronavirus, de unos tres años, para recuperar los niveles de 2019.


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El director de Área Financiera de Ibercaja, Antonio Martínez, y el responsable de Análisis Económico y Financiero del banco, Santiago Martínez, han presentado este lunes las estimaciones económicas de la entidad, que prevé la mayor contracción del PIB de España desde la Guerra Civil, aunque ven razones para un cierto optimismo, dado que esta crisis en nada se parece a la de 2008 y eso hace presagiar que la «digestión» va a ser mucho más fácil.

Una estimaciones desde la «humildad», ha remarcado el director de Área Financiera de Ibercaja, por cuanto las anteriores previsiones «han saltado por los aires» porque la pandemia ha supuesto una «interrupción radical» y para las nuevas hay muchas incertidumbres, entre otras cuestiones, porque las previsiones se apalancan en cómo evolucionará el virus, «algo que realmente nadie sabe a ciencia cierta».

LA CRISIS EN ESPAÑA

En todo caso, ha incidido en que el impacto es «relativamente asimétrico», en función de cómo ha afectado el coronavirus a cada país, de la dureza y duración de las medidas de confinamiento y de la salud de las cuentas públicas antes del estallido de la pandemia, tres aspectos, ha advertido, en los que España «no sale bien parada» y anticipa que el deterioro del PIB del país va a ser uno de los más acusados en 2020 de las principales economías desarrolladas.

Lo que sí está claro, ha dicho, es que este año va a ser «muy negativo» en términos económicos, con un impacto «muy severo» a nivel global. «Rara vez tantos países en el mundo a la vez van a estar en recesión como va a suceder en este ejercicio», ha enfatizado.

En ese sentido, ha subrayado que el punto de partida de esta crisis es radicalmente distinto, ya que en este caso se debe a una pandemia sanitaria, pero no a una burbuja de un activo ni a un desequilibrio previo de la economía española; la salud financiera de los hogares, las empresas y del sistema financiero es «radicalmente mejor» y los gobiernos y los bancos centrales han actuado de manera muy diferente y rápido.

Ha recordado que el Banco Central Europeo tardó cuatro años en actuar, ya que los primeros planes de compra de activos o de inyección de liquidez a largo plazo no llegaron hasta 2012 y se desarrollaron políticas de austeridad fiscal en 2011 y 2012, y la situación ahora es «radicalmente diferente», y tanto en las políticas fiscales como en las monetarias «han reaccionado rápido y en la misma dirección», para mitigar daños.

LA RECUPERACIÓN EN 3 AÑOS

«No es un mensaje superoptimista«, pero la recuperación no tardará los diez años que costó remontar la crisis de 2008 y la entidad prevé una recuperación de los niveles de PIB de 2019 «rápida», en unos tres años, a finales de 2022 o 2023.

Ibercaja estima así que a finales de 2021 se habrán recuperado ya dos tercios de la caída de PIB prevista para de este año. En cuanto al empleo, Ibercaja prevé que la ocupación caiga en Aragón 6,5 % en Aragón este año y un 7,5 % en España, que reboten el año que viene un 2,7 % y un 3,4 %, respectivamente, y que la tasa de paro escale desde el 10 % en 2019 en Aragón al 15,8 % este año 2020 y al 13,6 % en 2021 (frente al 20,6% y el 17,9% en España).


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En cuanto a la evolución de la economía aragonesa, ha apuntado que la estructura productiva «vuelve a jugar a favor» de Aragón y se espera que en términos relativos se comporte «un poquito mejor», por el peso y pujanza del sector primario y de la agroindustria y también de la industria y la energía -casi seis puntos más de PIB que de la media nacional y con una automoción competitiva, ya que entre diciembre y febrero las exportaciones crecieron más del 20 -.

Además, ha destacado que esta crisis va a afectar mucho más a los servicios, y en Aragón tienen un peso inferior a la media de España, y menos aún la restauración y la hostería, en el caso aragonés, más ligados al turismo nacional que al internacional.