Raquel Calvo, dueña de la mercería zaragozana Tuy-O, dio el salto, hace ya unos años, de la calle de la Vía, en el barrio de Casablanca, a los perfiles de Facebook e Instagram. Para hacerlo, uno de los principales motivos fue: «Si no estás en internet es como si no existieras. Hay que tener presencia y las redes sociales son un escaparate más. Así que, ¿por qué no lo vas a emplear?».

«Por mi tipo de negocio, no creo que pueda llegar a vivir de vender a través de internet, pero la gente joven está ahí y por eso es necesario que estemos nosotros también«, explica. «Vienen madres a comprar pidiendo el producto con una captura de pantalla hecha por sus hijos de alguna de las publicaciones que he subido», indica Calvo, sobre la visibilidad que le ofrecen a su comercio las redes sociales. «Lo que ya tengo mirado para hacer este verano es la página web», señala sobre sus siguientes pasos.

Para ayudar a los negocios interesados en su proceso de digitalización, Cámara de Comercio de Zaragoza, en colaboración con el Ayuntamiento de Zaragoza y Mercazaragoza, ha impulsado el proyecto ‘Yo vendo Zaragoza online’, cuyo objetivo es trasladar la presencia de los negocios locales a la red.

Desde hace 27 años, Calvo regenta esta mercería, que llegó a ella a través de un traspaso, y de la que pensó que sería responsable solo durante un periodo corto de tiempo. «Creía que sería algo provisional, por cinco o seis años, mientras mis hijos crecían», apunta.

A lo largo de estas casi tres décadas detrás del mostrador, Calvo ha visto cómo se modificaba tanto el perfil de los clientes como el de los productos más vendidos. «El público ha cambiado. Antes era fiel, preguntaba y le asesorabas. Ahora he notado que la gente es menos constante y consciente de que el negocio pequeño necesita su apoyo», subraya.

En cuanto al género, la dueña de Tuy-O cuenta: «Cuando cogí esta mercería era una tienda de lanas. Hace años, se hacían cosas en casa. Las abuelas tejían chaquetas para sus nietos. Ahora sale más barato comprarlas. Poca gente se confecciona ya una blusa a medida«. «Hemos reducido la zona de mercería, porque las labores están en caída. La mantengo por dar un servicio al barrio. Actualmente nos dedicamos, sobre todo, a los pijamas, la ropa interior y la de bebé».

Sobre su papel como madre y empresaria explica: «Mi hijo pequeño me pregunta que quién me manda y me dice lo que tengo que hacer, y yo le respondo que nadie. Yo lo decido, lo hago y corro el riesgo«, concluye.

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